𝐀𝐋𝐈𝐂𝐈𝐀 𝐄𝐍 𝐄𝐋 𝐏𝐀𝐈́𝐒 𝐃𝐄 𝐋𝐎𝐒 𝐃𝐑𝐀𝐆𝐎𝐍𝐄𝐒┃❛ Pintamos las rosas blancas de rojo ❜
Alicia Everdeen, una joven chica de cabellos dorados y ojos verdes. Hija de una de las tantas sirvientas que la fortaleza roja poseía.
Era una joven...
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─¿Dónde estoy?
Se preguntaba su paradero, mientras observaba los detalles de su alrededor. Unos aposentos de tamaño mediano, estantes de libros decoraban las paredes y en medio se podía apreciar un inmenso espejo. Se fijó en su reflejo, lo que provoco estupor en ella. Un vestido cubierto en tonos rojos y con rosas en el escote que resaltaban por su color albo. Poseía bordados que formaban diminutos gatos, jamás había sido ataviada con un vestido tan lujoso. Era impresionante y eso le agradaba. Su cabello estaba sujeto en una coleta alta que dejaba escapar dos mechones de cada lado.
─Sigo sin saber en donde estoy.
─Lo sabrás pronto ─Una voz ronca y lejana retumbó por las paredes.
─¿Lo sabré pronto? ¿Por qué no ahora?
─¿Siempre debes cuestionar todo? ─volvió a escuchar la voz, sonaba irritada.
─No lo hago siempre.
Un sonoro suspiro fue escuchado.
─Voltea, niña.
Obedeció y al girar, pudo ver al gato.
─¿Gatito? ─cuestionó su presencia, confundida.
─Deja de llamarme así ─reprochó.
─Espera... ¿¡estás hablando!?
Alicia abrió la boca con asombro y no estaba dispuesta a cerrarla, mientras lo observaba.
─¿No es obvio?
El gato dio un salto, comenzando a caminar hacia ella.
─Ya cierra la boca ─demandó.
Alicia obedeció, aunque sus ojos aún seguían muy abiertos.