Checo estaba en su oficina, revisando algunos exámenes de matemáticas mientras el sol de la tarde iluminaba el aula vacía. Intentaba concentrarse en los números y las ecuaciones, pero sus pensamientos seguían volviendo a Max. Desde que su relación había evolucionado de una simple amistad a algo más complejo, Checo no podía evitar sentirse culpable y confundido. Había momentos en los que todo parecía tan natural y correcto, y otros en los que se sentía abrumado por la situación.
Max, por su parte, estaba en el campo de fútbol, entrenando con el equipo. Era uno de los mejores jugadores y su energía y entusiasmo siempre elevaban el ánimo de los demás. Pero hoy, su mente también estaba en otra parte. Sabía que Checo lo estaba evitando, y no entendía por qué. Habían hablado sobre sus sentimientos y habían decidido que seguirían adelante con cuidado. Sin embargo, la distancia que Checo había impuesto recientemente lo estaba volviendo loco.
Después del entrenamiento, Max decidió que ya había tenido suficiente. No podía seguir sin saber qué estaba pasando. Así que, una vez que todos los demás se fueron, se dirigió a la oficina de Checo, decidido a obtener respuestas.
— Checo, necesito hablar contigo — dijo Max, entrando sin llamar.
Checo levantó la vista de sus papeles, su expresión de sorpresa y nerviosismo. — Max, ¿qué pasa? —
Max cerró la puerta detrás de él y se acercó al escritorio de Checo. — Quiero saber por qué me estás evitando. Habíamos hablado de esto, habíamos decidido seguir adelante, pero ahora parece que te estás echando para atrás. ¿He hecho algo mal? —
Checo suspiró y se pasó una mano por el cabello. — No es eso, Max. Es solo que... esto es complicado. Estoy tratando de hacer lo correcto, pero es difícil —
Max lo miró fijamente, su rostro lleno de determinación. — Checo, dijimos que esto era lo que queríamos. Dijimos que no íbamos a dejar que nada se interpusiera entre nosotros. ¿Qué ha cambiado?—
Checo se levantó y caminó hacia la ventana, mirando al campo vacío. — No es que haya cambiado, Max. Es que cada vez que te veo, siento que estoy cruzando una línea que no debería cruzar. Eres mi alumno, y yo soy tu entrenador. Hay reglas, hay expectativas —
Max se acercó a él, su voz suave pero firme. — Checo, yo sé lo que siento. Y sé que tú sientes lo mismo. Esto no es algo que podamos simplemente ignorar. Si intentamos reprimirlo, solo nos haremos daño a nosotros mismos —
Checo se volvió para mirarlo, su expresión llena de conflicto. — Max, esto no es solo sobre nosotros. Es sobre lo que es correcto y lo que es moral. No quiero que te lastimen por mi culpa —
Max negó con la cabeza, sus ojos brillando con determinación. — No me importa lo que piensen los demás. Lo único que me importa es lo que sentimos el uno por el otro. No quiero vivir una mentira, Checo. Quiero estar contigo —