Los días previos al viaje a Canadá estuvieron llenos de emoción y preparación para Lance, su padre Lawrence y su pareja Fernando. No habían tenido muchas oportunidades de viajar juntos como familia, así que estas vacaciones representaban un respiro muy necesario después de meses de trabajo agotador y compromisos. Era también una oportunidad para disfrutar de la tranquilidad que solo la naturaleza podía ofrecerles, lejos de los circuitos y de las responsabilidades del día a día.
Lawrence, como siempre, asumió el papel de organizador meticuloso. Desde que Lance era pequeño, su padre había sido la persona encargada de planificar cada detalle de sus vacaciones. Aunque Lance era adulto y Fernando estaba más que dispuesto a ayudar, Lawrence no podía evitar sentirse el responsable de asegurar que todo estuviera en su lugar para garantizar una experiencia inolvidable.
— Vamos a alojarnos en una cabaña cerca de un lago en un pequeño pueblo en las montañas. Es un lugar hermoso y tranquilo, justo lo que necesitamos para desconectar — dijo Lawrence en una de las cenas familiares mientras mostraba fotos de la cabaña a Lance y Fernando.
— Se ve increíble, papá — respondió Lance, examinando las imágenes en la pantalla del teléfono. — No puedo esperar para estar allí y respirar aire fresco —
Fernando también estaba emocionado, pero más aún porque esta sería la primera vez que viajaría con Lawrence y Lance juntos. Aunque él y Lawrence se llevaban bien, este viaje representaba una oportunidad para profundizar su relación. — Siempre he querido visitar Canadá. Todo el mundo dice que los paisajes son espectaculares. Estoy seguro de que será una experiencia maravillosa — añadió, mirando a Lance con una sonrisa.
La emoción por el viaje crecía a medida que se acercaba la fecha de partida. Los tres pasaron las noches previas discutiendo planes, haciendo listas de las cosas que llevarían y asegurándose de que todo estuviera en orden. Lance estaba particularmente entusiasmado por la idea de pasar tiempo al aire libre, lejos del bullicio de la vida diaria. Sin embargo, en el fondo, había comenzado a notar pequeñas señales de que algo no estaba bien. Se sentía más cansado de lo habitual, a veces le faltaba el apetito, y ocasionalmente, le daban mareos.
Al principio, atribuyó esos síntomas al estrés. Después de todo, había tenido un año intenso, lleno de responsabilidades. No quería preocupar ni a Fernando ni a Lawrence con esos detalles, así que se lo guardó para sí mismo, esperando que las vacaciones lo ayudaran a sentirse mejor.
Finalmente, llegó el día del viaje. Lawrence, Lance y Fernando abordaron el vuelo con destino a Canadá, llenos de entusiasmo por lo que les esperaba. El vuelo fue largo, pero Lance disfrutó de la compañía de Fernando, quien intentaba mantenerlo entretenido con juegos de palabras y conversaciones ligeras. Sin embargo, a mitad del vuelo, Lance comenzó a sentir mareo y un leve malestar estomacal, lo que preocupó a Fernando.
— ¿Estás bien? — le preguntó Fernando, con el ceño fruncido mientras tomaba la mano de Lance.
Lance intentó sonreír, aunque se sentía incómodo. — Creo que es solo el vuelo. Nada grave. Tal vez no debí comer tanto antes de despegar — bromeó, tratando de restarle importancia —