Capítulo 36 - MEDVEDEV/LUKYAN

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CAPÍTULO 36: PLUMAS CUBIERTAS DE SANGRE.

CAPÍTULO 36: PLUMAS CUBIERTAS DE SANGRE

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REINO BERMELOG, ZONA BOSCOSA.

30 DICIEMBRE 1437.


Menudo dolor en el culo.

Cuando los humanos sí estaban organizados, eso los llevaba a pasar de ser mosquitos a ser murciélagos con rabia. Y es que —por más que los humanos fuesen una raza a la que se le veía por debajo del hombro, unos parásitos—, incluso las amenazas menores, una vez en multitud, daban cabida a que se diese algo un tanto más problemático.

Justo como lo que estaba sucediendo en ese momento.

<<Estos humanos son como una plaga, carcomen todo lo que tocan>>

Bueno, bueno, para ser justa, Luky y yo, esa vez, sí los habíamos provocado.

<<Metiéndose en los bosques de Luky y pretendiendo andar a sus anchas...>>

Pero el que nosotras hubiésemos tirado la primera piedra, no quitaba el hecho de que ellos ya tenían una piedra en la mano, desde antes de que nosotras moviésemos un solo dedo.

<<¿Qué creían que encontrarían si buscaban?>>

Luky gruñó, muy ronca, vaya, sonaba lo que le seguía a enojada. Bajé mi mirada con el fin de observarla; ella estaba acuclillada a un lado de mí, pegada a mis piernas, con las garras de sus manos clavadas en el tronco del árbol que nos cubría a las dos.

Su nariz arrugada y sus cejas acentuadas en un ceño fruncido, en conjunto con como apretaba su quijada, como si sus colmillos pelearan por romperse entre sí, era la clara señal de que no era momento para ponerme a bromear con ella.

Cada tanto —entre intervalos de unos diez segundos—, un par de balas pasaban rozando la corteza a nuestros costados, haciendo volar astillas y tierra.

No disparaban con un blanco en mente.

Disparaban porque temían que saliésemos.

Gastaban sus municiones con la esperanza de que eso les salvará el pellejo, lo cual bien podría ser una verdad a medias.

<<Estos no son unos completos imbéciles.>>

Aquellas no eran municiones ordinarias, de serlo, Pequeña Bestia ya habría salido al ataque. Tampoco era una situación ordinaria. Nada de eso lo era.

—Una carreta de Exorcistas... —susurré. Las orejas de Luky se movieron al son de mis palabras.

<<La Iglesia no los despliega solo porqué sí. Cuando salen, cuando se adentran a los bosques a estas profundidades, persiguen algo concreto.>>

—No pude olerlos. —Luky asomó su cabeza, lo justo para echar un vistazo, y, se echó para atrás a tiempo, evitando un disparo que iba dirigido a su frente. Gruñó, la vibración en su garganta delataba su enojo, creciente y palpitante. Con su mano derecha, arrancó un pedazo del tronco y lo volvió astillas entre sus dedos.

A la sombra del cuervoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora