Santiago me detiene antes de que logre entrar. Matti, por su parte, pasa como una bala y entra al departamento.
—Pero ¿qué te pasa? —Quito sus manos de encima de mí.
—Deja que Mateo revise —me responde sin inmutarse.
—¿Que revise qué? ¿Crees que él aún está aquí? ¿Con el tiempo que hemos perdido discutiendo aquí afuera?
—No sabes de lo que él puede ser capaz.
Me río ante la burrada e incongruencia de sus palabras.
—¡¿Crees que no sé de qué es capaz?! —Estoy fuera de mí—. ¿Crees que no lo sé? ¿Que está completamente demente?
—Entonces sí sabes quién es. Esta mañana solo me pintaste un maldito cuento, Thea.
Lo ignoro. No seguiré perdiendo tiempo mientras Sophie pasa un calvario por mi culpa.
Me mando a la habitación y no me detengo para escuchar las maldiciones de Santiago.
Me paro en la puerta del dormitorio. Las luces están aún apagadas, pero logro verla.
Se ve fatal.
Me molesta, me duele y sufro por ella. Está en esta horrenda situación por mi culpa.
—Sé lo que piensas. —Santiago se acerca—. No es tu culpa, Thea.
—Ambos sabemos que no estaría así de no haber sido por mí. ¡Dios! Fui una estúpida dejándola sola. —Muerdo mis labios para evitar derramarme en llanto—. Mo debí irme contigo anoche.
—¡Estabas desmayada, por el amor de Dios!
—¡No debiste llevarme contigo! —Pongo mi dedo índice en su pecho—. No debiste llevarme.
—Pudiste haber sido tú. Pudiste ser tú la que pudo salir lastimada. Esta vez no la asesinó, solo la golpeó lo suficiente como para verte sufrir. —Pone una mano en mi barbilla y me obliga a verlo—. Odio ser así de franco contigo, pero esto es serio. Este tipo es de cuidado.
—Lo sé. —Su cercanía es un martillazo en mi corazón enamorado. Verlo así, tenerlo tan cerca, es como tocar el paraíso. No puedo quedarme en él.
—Entonces, ¿por qué quieres volverme loco? ¿Por qué no llamaste? ¿Cómo supiste que él tenía a Sophie? ¿Volvió a llamarte?
—Quise llamarte. Al menos por un segundo pensé hacerlo. Sin embargo, no tengo tu número y no quise molestarte.
—Jamás me molestaría. ¿No entiendes eso?
—Tu mujer no creo que piense lo mismo —susurro. No sé si me escuchó.
Si me oyó, se hizo el desentendido.
En ese momento, veo que Matt lanza una maldición y sacude la cabeza.
No puedo concentrarme en Santiago, no por ahora. Es más, no en absoluto. Ya no puedo hacerlo, dado que, por primera vez, quiero algo que no puedo tener. No puedo dedicarme a prestarle atención a cada detalle que él tiene conmigo, a su manera tosca de cuidarme y estar allí.
«Lo haría por cualquiera», me repito esa frase y me desconecto de Santiago Dominelli.
—Matti, ¿qué sucede? —Me acerco a él.
En cuestión de segundos, desató a Sophie, que desmayada no nos sintió llegar. Está justo como en la foto, solo con la ropa interior puesta. Siento a Santiago en la entrada de la habitación, justo donde lo dejé. Matti coloca a Sophie sobre la cama con delicadeza, cuidando su cabeza. Los moretones comienzan a subirle por su pálida piel. Está golpeada en un ojo. Un puño debió haber aterrizado allí. Me erizo al considerar todas las posibilidades y las maneras en las que él pudo haberla torturado. Me paralizo más al saber de lo que él es capaz. Pero ¿con qué puto fin? ¿Qué quiere lograr? ¿Qué puede querer ahora?
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Placer rentado - Trilogia Placeres 1 - DISPONIBLE EN FISICO EN AMAZON
Roman d'amourComencé por necesidad, ahora ya es solo costumbre y miedo a la realidad de los demás. Rento mis orgasmos, mi cuerpo, mi sexo... Mi corazón no está en el contrato. *** Todos los derechos reservados © Sheyla Garcia Ayala Noviembre 2019 Bajo el códig...