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Nabi se despertó con el suave roce de los dedos de Jungkook acariciando su mejilla. Aún medio dormida, abrió los ojos lentamente y lo encontró mirándola con una intensidad que la hizo estremecer. Esa mirada que al principio de su relación le había parecido apasionada, ahora le parecía cargada de una obsesión enfermiza.

—Buenos días, mi amor —dijo Jungkook, su voz suave pero firme.

—Buenos días —respondió Nabi, tratando de ocultar su inquietud.

Jungkook se inclinó y le dio un beso en la frente antes de levantarse de la cama. Nabi lo observó mientras se dirigía al baño, sus movimientos seguros y controlados. Desde que se casaron, había notado cómo su comportamiento posesivo se intensificaba día a día. Al principio, pensó que era simplemente una muestra de su amor, pero pronto se dio cuenta de que era algo más oscuro y perturbador.

A lo largo del día, Jungkook se aseguraba de saber cada movimiento de Nabi. Había instalado cámaras en toda la casa y le había dado un teléfono que él controlaba, diciéndole que era por su seguridad. Nabi había aceptado a regañadientes, temerosa de provocar su ira.

—Voy a salir a comprar algo de comida —dijo Nabi después del desayuno, tratando de sonar casual.

—Voy contigo —respondió Jungkook inmediatamente.

—No es necesario, solo será un momento.

—No te preocupes, quiero estar contigo. Siempre.

Nabi asintió, sabiendo que no tenía sentido discutir. Mientras caminaban por el supermercado, Jungkook mantenía una mano firmemente en la parte baja de su espalda, guiándola y asegurándose de que no se alejara demasiado. Cada vez que ella sonreía o intercambiaba palabras con alguien, sentía la mirada celosa de Jungkook clavada en ella.

Esa noche, después de la cena, se sentaron en el sofá a ver una película. Jungkook la mantenía cerca, su brazo alrededor de sus hombros, mientras sus dedos jugueteaban con su cabello. Nabi intentó concentrarse en la pantalla, pero su mente no podía dejar de pensar en su situación.

Finalmente, no pudo soportarlo más. Esperó hasta que Jungkook se durmió y se levantó silenciosamente de la cama. Se dirigió al escritorio donde había escondido una carta, una confesión de su miedo y su deseo de libertad. La había escrito semanas antes, pero nunca había tenido el valor de entregarla.

Mientras sostenía la carta, sintió una mano en su hombro. Se giró lentamente y encontró a Jungkook despierto, sus ojos oscuros y llenos de una mezcla de amor y posesión.

—¿Qué estás haciendo, Nabi? —preguntó en voz baja, su tono cargado de una amenaza velada.

—Nada, solo... no podía dormir.

Jungkook tomó la carta de sus manos y la abrió. Sus ojos recorrieron las líneas rápidamente, y su expresión se volvió más oscura con cada palabra que leía. Finalmente, levantó la vista, su rostro una máscara de furia contenida.

—¿Así es como te sientes? ¿Quieres dejarme?

Nabi sintió el corazón en la garganta, pero reunió el valor para hablar.

—Jungkook, esto no es amor. Estoy asustada. Necesito espacio, necesito respirar.

Jungkook la miró fijamente durante un largo momento, luego dejó caer la carta y la abrazó con fuerza, demasiado fuerte.

—No puedes dejarme, Nabi. Eres mía. Siempre serás mía.

Las palabras resonaron en su mente mientras luchaba por respirar. Sabía que la batalla por su libertad sería larga y difícil, pero estaba decidida a encontrar una manera de escapar. La obsesión de Jungkook había convertido su amor en una prisión, y Nabi no iba a permitir que esa prisión la destruyera.

Con el tiempo, tal vez encontraría una salida. Pero por ahora, debía mantener la esperanza y la determinación, aferrándose a la idea de que algún día, sería libre de nuevo.

Control | JJK ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora