Me miró fijamente a la cara, como si le encantase y quisiera estudiarla y entretenerse en ella, después me tocó el labio inferior con un dedo y lo dirigió de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, una y otra vez mientras yo permanecía tumbado, viéndole sonreír de tal manera que me hacía temer que pudiera pasar cualquier cosa y no hubiera vuelta atrás, que esa fuera su manera de preguntar y allí estuviera mi oportunidad de negarme o decir algo y ganar tiempo, para así poder debatirlo conmigo mismo, una vez llegado a ese punto.
Pero no me quedaba tiempo, pues acercó sus labios a los míos y me dio un beso cálido, conciliador, perfectamente medido, hasta que me percaté de lo hambriento de mi beso. Ojalá supiera calibrar el mío de la forma que lo hacía él. Pero la pasión nos permite esconder más y en aquel instante, si deseaba esconderlo todo sobre mí tras aquel beso también estaba desesperado por olvidarlo perdiéndome en su interior.
—¿Ahora lo entiendes? —me preguntó después.
No le respondí, pero levanté mi cara hacia él y le besé de nuevo, casi de forma salvaje, no porque estuviese lleno de pasión, ni porque a su beso aún le faltase un poco del entusiasmo que yo ansiaba, sino porque no estaba seguro de si me había llegado a convencer de algo sobre mí mismo. Ni siquiera tenía claro si lo había disfrutado tanto como esperaba y necesitaba probarlo de nuevo, para, incluso en el propio acto, comprobar la comprobación. Mi cabeza se perdía en las cosas más mundanas.
No quería palabrería, ni charlas irrelevantes, ni charlas relevantes, ni charlas en bici, ni tampoco charlas sobre libros. Simplemente el sol, la hierba, la esporádica brisa marina y el perfume fresco de su cuerpo, de su pecho, de su cuello y de sus sobacos.
Tomame sin más y cámbieme la piel y pon mis entrañas al aire, hasta que, me mimetice con tu lujuria, eso desearía. Véndame los ojos, cógeme la mano y no me pidas que piense. ¿Harías eso por mí?
No tenía ni idea de hacia dónde nos llevaba todo esto, pero me estaba rindiendo a él, centímetro a centímetro, y él tenía que saberlo, pues notaba que aún mantenía cierta distancia entre ambos. Incluso cuando nuestras caras se tocaban, nuestros cuerpos se hallaban muy lejos. Sabía que lo que hiciese entonces, cualquier movimiento que realizase, rompería la armonía del momento. Así que, quería su lengua en mi boca y la mía en la suya porque todo en lo que nos habíamos convertido tras estas semanas, estas riñas, tantos pactos e inicios que iban acompañados siempre por un estremecimiento, eran dos lenguas húmedas revolviéndose en la boca del otro. Solo dos lenguas, todo lo demás no era nada. Cuando, por fin, levanté una rodilla y la coloqué para poder estar frente a él,se separó con un chasquido de nuestras lenguas.
—Creo que estamos llendo un poco más alla de lo esperado
—Aún no.—casi sonó como un suplico
—No podemos hacer esto.Se que pasará ,no quiero hacerte esto amor,quiero hacerlo bien,ser bueno para ti.Por favor déjame hacerlo así.
—No lo seas. No me importa. ¿Quién se va a enterar?
Mediante un movimiento desesperado que sabía que no olvidaría jamás si él no lo calmaba, me senté en su regazo,viendo como el colocaba una mano en mi cintura, alargué la mano hacia él y la posé sobre su corazon. No se movió. Debería haber metido directamente mi mano dentro de la camisa.
Debió de intuir mis intenciones y, con suma serenidad, que lindaba con un gesto muy delicado colocó su mano sobre la mía durante unos segundos y después, entrelazando sus dedos con los míos.
Hubo un instante de silencio ensordecedor.
—¿No lo sientes?
—Claro que lo siento amor, entiedelo. Tengo que encontrarme primero.No quiero dañarnos.
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Il battito del nostro amore || Juantin
FanfictionEn el lindo pueblo de Mosscazzano, situado en las encantadoras colinas de Italia, el destino entrelaza las vidas de dos jóvenes que, aunque son muy diferentes, están destinados a encontrarse. Llega Juanjo, un joven de 20 años que llega para disfruta...