Mientras íbamos cuesta abajo, pasamos junto a mi lugar, y en esta ocasión fui yo quien miró en otra dirección, como si ni siquiera me acordase. Estoy seguro de que si le hubiese mirado en aquel momento, nos habríamos dedicado la misma mirada infecciosa que nos borramos de la cara al recordar la muerte de Shelley. Tal vez eso nos hubiera acercado más el uno al otro, aunque solo fuese para recordarnos lo lejos que necesitábamos estar ahora. Quizá, al mirar para otro lado, habíamos encontrado una manera de sonreírnos, pues estaba seguro de que sabía que yo sabía que él sabía que estaba evitando mencionar lo ocurrido ahí, y que el hecho de evitarnos, que parecía estar alejándonos, en realidad correspondía a una situación íntima de sincronía perfecta que ninguno de los dos deseaba disipar. Esto está también en el libro de mis pinturas , podía haber dicho, pero me mordí la lengua. Mas tarde lo sabría.
Sin embargo, si en los siguientes viajes en bici juntos me preguntaba, lo soltaría todo.
Le diría que, aunque montábamos en bicicleta todos los días para ir a nuestro lugar favorito en la piazzetta donde tenía la intención de no decir nunca nada a destiempo, cada noche, cuando sabía que estaba en la cama, abría las puertaventanas y salía al balcón, con la esperanza de que él hubiese oído el temblor de los cristales, seguido del chirrido delator de las viejas bisagras. Le esperaba allí, , listo para exclamar, si me preguntaba qué hacía allí, que la noche era demasiado calurosa y el olor de la citronella era insoportable y por lo tanto prefería estar allí de pie, sin dormir, sin leer, simplemente observando, pues no conseguía dormirme, y si me preguntaba por qué no lograba dormirme, tan solo le contestaría que no quería saberlo o, dando un rodeo, le diría que me había prometido no cruzar nunca a su lado del balcón, en parte porque tenía mucho miedo de ofenderle, pero también porque no quería poner a prueba la cuerda invisible que a modo de trampa se hallaba entre nosotros.Ha habido muchos antes que tú que se arriesgaron y obtuvieron recompensa, ¿por qué vas a ser menos? No hay respuesta. Muchos tiraron la toalla, ¿por qué debes hacerlo tú también? No hay respuesta. Y ridiculizándome como siempre Si no es luego, Martin, ¿entonces cuándo?
Sin considerar lo mucho que Juanjo decja que deseaba tener algo conmigo, sin pensar en esos con los que había entablado amistad y seguramente estuviese durmiendo cada noche, cualquiera que me hubiese revelado, mi cuerpo, aunque solo fuese en sueños, no podía ser muy distinto en la vida real. Así era él en realidad; todo lo demás era accidental.
No: también era el otro, el hombre del aquella camisa azul que tanto amo.
Era solo que no podía permitirme tener la esperanza de verle cada día .
Si durante la segunda mañana después de lo de la piazzetta encontré el valor para insistir en ir al pueblo con él, a pesar de que era obvio que no sabia quería ni hablar conmigo, fue solamente porque cuando le miré y le vi verbalizando lo que acababa de escribir en su libreta, me acordé de sus otras palabras de plegaria: "Me matarás si no estás".Cuando le entregué el libro en la librería, y más tarde insistí en pagar los helados pues invitar a helado también significaba pasear en bici por las tortuosas y estrechas calles del pueblo y por lo tanto estar juntos un rato más, era también para darle las gracias por aquel " Me matarás si no estás" .
Mientras pedaleábamos, el viento acariciaba nuestras caras y la luz del sol se filtraba entre las hojas de los árboles, creando un juego de sombras que parecía bailar a nuestro alrededor. La sensación de libertad era intoxicante, pero también había un peso en el aire, un silencio que hablaba de lo no dicho, de lo que ambos sabíamos que flotaba entre nosotros como una nube cargada de tormenta.
-¿Te imaginas lo que sería poder hablar sin miedo? -dijo Juanjo de repente, rompiendo el silencio.
-A veces creo que lo más difícil es encontrar el momento adecuado -respondí, sintiendo que cada palabra era un paso más hacia lo que ambos temíamos.
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Il battito del nostro amore || Juantin
FanfictionEn el lindo pueblo de Mosscazzano, situado en las encantadoras colinas de Italia, el destino entrelaza las vidas de dos jóvenes que, aunque son muy diferentes, están destinados a encontrarse. Llega Juanjo, un joven de 20 años que llega para disfruta...