9.Como me cuídaste.

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Fui a mi habitación y, al no tener nada mejor que hacer, abrí el diario. La anotación de los días anteriores: "Te veré a medianoche". Ojalá lo hubiese dicho mucho antes. En los dibujitos nerviosos que había realizado alrededor de estas palabras, intentaba recuperar la sensación de ansiedad de la noche anterior. Quizá quisiese liberarme de ella, tanto para enmascarar la de hoy como para recordarme que si mis miedos fueron disipados una vez que entré en su cuarto, quizá no terminarían de forma muy distinta hoy.
Pero ni siquiera podía recordar esa ansiedad. Fue completamente eclipsada por lo que ocurrió a continuación. Todo lo relacionado con la noche anterior se había esfumado. Intenté susurrarme "piérdete" a mí mismo como forma de encender la mecha de mi memoria. Esa palabra parecía tan real anoche. Ahora luchaba por tener sentido.
Y entonces me di cuenta. Lo que estaba experimentando hoy no se parecía a nada de lo que hubiera vivido. Esto era mucho peor. Ni siquiera sabía cómo denominarlo.

Al volverlo a pensar, me di cuenta de que tampoco sabía cómo definir los nervios de la noche anterior. Aun así, allí me encontraba. No era más sabio y no estaba más seguro de las cosas que antes de haberle sentido encima de mí.

Al menos tuve la sensación de miedo que da la posibilidad de caer, el temor a ser rechazado. Ahora que lo había superado, ¿había estado esta ansiedad siempre presente, como un presagio de que hay arrecifes detrás de la tempestad?

¿Y por qué me importaba dónde Juanjo estuviese? ¿No era esto lo que debía acostumbrarme dentro de poco? ¿Por qué me molestaba tanto que él no estuviese allí? ¿Y por qué, al haberme dado esquinazo, tenía la sensación de que todo lo que hacía era esperar y esperar?
¿Por qué esperar se estaba empezando a transformar en una tortura? ¿Esto fue una confesión más formal?

Dios mío,me estoy volviendo loco.

Si estás con alguien, Juanjo, es hora de que vuelvas a casa. No te haré ninguna pregunta, lo juro, pero no me hagas aguardar más.

Transcurrido un tiempo, con una sensación de impotencia y un odio total hacia mí mismo por sentirme indefenso, decidí esperar, esta vez de verdad.

Veinte minutos después, no podía soportarlo más. Me puse un jersey, salí al balcón y bajé las escaleras. Iré a el pueblo si hace falta, y lo comprobaré por mí mismo. De camino al cobertizo de las bicicletas, iba decidiendo si iría antes hasta el puerto., cuando de repente algo me dijo que debía pararme en seco y no molestar a Manuel, que dormía en la cabaña adjunta. Manuel el siniestro, todo el mundo decía que era un poco siniestro. ¿Había tenido la sospecha todo el tiempo?

Pero más abajo, junto a la costa rocosa, bajo la luz de la luna, le vi. Estaba sentado sobre una de las rocas más altas, vestido con el suéter tipico que se había comprado en Oxford. No hacía nada, simplemente se abrazaba las rodillas mientras escuchaba las olas golpear las rocas debajo de él. Al mirarle, sentí algo tan tierno por él que me recordaba el entusiasmo con el que me había precipitado a el pueblo en su busca.

Era la mejor persona que había conocido. Le había elegido bien. Abrí la puerta y bajé a saltitos varias rocas hasta que llegué al lugar en el que se encontraba.

—Te estaba esperando —dije, con el corazón latiendo desbocado.

—Pensé que te habías ido a dormir. Pensé incluso que no querías.

—No,yo te esperaba. Simplemente apagué la luz

Eché un vistazo a la casa. Todas las puertaventanas estaban cerradas. Me incliné y le besé el cuello, con ternura. Era la primera vez que le besaba así, no con otro afán. Me rodeó con sus brazos. Si alguien lo viese resultaría totalmente inofensivo.

—¿Qué haces? —le pregunté, acariciando su mejilla.

—Pensar.

—¿En qué?

Il battito del nostro amore || JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora