14.Como comenzó otra vez

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-¿Crees que entraré en la universidad de Madrid?

Me giré en la cama como una hoja llevada por el viento, apoyándome en mis codos, y miré a Juanjo. Acababa de abrir una botella de cerveza, después de más de una hora de indecisión en su ¿mi? habitación, sobre pensando si debíamos salir o quedarnos en nuestro pequeño refugio.
Mi padre nos dio la invitación a la fiesta del pueblo.Aun no sabíamos si asistiríamos o no.Llevabambos encerrados desde hace un día,desde el día de su llegada.

-Es bastante factible -respondí, sorbiendo con confianza-. Tienes buenas notas. Y amas el arte, sé que lo harás, mi amor.-se acercó a el escritorio -Me muero de ganas de llevarte a Madrid -comentó, apoyándose en el escritorio. Ese era el mayor uso que le había dado en los días que estuvo allí-. Puede que vayamos al Palacio Real, los jardines, tal vez a Magallón, aún no lo sé.

Apreté los labios, sintiendo el sentimiento crecer en mi pecho. El verano... Todas mis aspiraciones ahora estaban resueltas.

-¿Hablaste con Denna? -pregunté, intentando cambiar de tema,cada que lo pensaba me emocionaba, y volví a rodar sobre la cama, esta vez quedando boca arriba.

No sabía ni por qué saqué el tema. No tenía ganas de salir. Después de aquella mágica sesión de besos en mi habitación, con las hojas de colores danzando a nuestro alrededor, lo único que deseaba era más. Más con Juanjo.
Se encogió de hombros y sacó un teléfono móvil del bolsillo.Creo que también debo conseguir uno que funcionó correctamente.

-La verdad es que no, me sentí fatal al no despedirme -murmuró, dejándolo sobre el escritorio-. ¿Te apetece ir?

No me apetecía en absoluto. Y quizás me equivocaba, pero me daba la impresión de que él tampoco quería.
Me senté en la cama, procurando no arrugar mucho la camisa que Juanjo me dejó , y lo miré.

-No lo sé. ¿A ti?

Lo miré sin pestañear, intentando no morderme el labio por los nervios. Los ojos de Juanjo se clavaron en los míos y, después de un rato, dijo:

-No lo sé.

Ya no pude contenerme más y terminé por morderme el labio mientras sonreía, y Juanjo también me devolvió la sonrisa.

-Anda, déjame darle un sorbo.

Entonces me levanté de un salto y avancé hacia él. Apartó la cerveza del camino justo antes de que pudiera alcanzarla, elevándola por encima de su cabeza.

-Primero paga su precio -bromeó, señalándose la boca con el dedo índice.
Me reí y le di un pequeño codazo.

-Anda, déjate de bromas.

Me estiré un poco más, pero Juanjo, a pesar de estar apoyado en el escritorio, era mucho más alto que yo. Di unos pequeños saltitos para intentar llegar, pero eso solo consiguió que él se riera. Supongo que de mí. Y en uno de esos saltitos perdí el equilibrio, posando parte de mi pie descalzo en el suelo, parte en la zapatilla de Juanjo, y me caí hacia adelante.

No me hice daño ni me llevé nada por delante, pero la mano de Juanjo que no sostenía la cerveza me rodeó la cintura por si acaso, y apoyé las manos sobre sus hombros. Eso no impidió que nuestras caras quedaran a la par, y que mi nariz rozara la suya.

-¿Vas a pagar el precio? -susurro, sintiendo su aliento en mis labios.

Tragué saliva, sosteniendo su mirada. Parte de mi pelo había caído sobre su rostro debido a la postura inclinada, creando una pequeña cortina que nos aislaba del mundo, aunque estuviésemos allí solos.

-Depende -contesté, notando que me acercaba un poco más a él.

-¿De qué? -preguntó, siguiéndome el juego.

Il battito del nostro amore || JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora