que escapaba por completo a su comprensión y que de cierta forma le hacía sentir insignificante. Se fue acercando a él, como polilla a la llama pero justo antes de llegar a su campo de visión, muchas otras hadas aparecieron alrededor de él y le tomaron de los brazos, impidiéndole avanzar.
-¡Missa! ¿Qué se supone que estás haciendo?
-Preguntó
Mafer, una de sus mejores amigas en todo el mundo. - Nos dijeron que estabas en peligro y vinimos a buscarte.
-Oh nada, no te preocupes Mafi, me estaban persiguiendo unos
Gnomos pero él me salvó -Dijo señalando al elfo quien aún no era consciente de su presencia.
-¿El?, no amigo mío, no creo que te haya salvado realmente, él no se interesa por nadie, ¿No recuerdas que los ancianos nos prohibieron acercarnos?, está maldito. - Le recordó Bad, flotando a su lado ya un poco más despreocupado.
-Volvamos a casa Missa, se está haciendo tarde -Finalizó Mafer, tirando de el con insistencia, había algo en aquel elfo que la ponía sumamente nerviosa.
El menor no tuvo más remedio que irse con sus amigos, no sin antes mirar por encima de su hombro por última vez a aquella hermosa criatura, quien no había movido ni un solo músculo en todo ese tiempo. Le resultó inevitable no sentir dolor y pena por sus circunstancias. ¿Quién podía ser tan cruel para hacerle tanto daño a alguien?
Regresó a su pequeño poblado con la mente repleta de estos pensamientos, agobiado, no pudo pegar un ojos en toda la noche y a pesar del enorme regaño que había recibido por parte de los sabios, no pasó más que un par de días, cuando ya se encontraba de vuelta en el bosque en camino al elfo quien parecía no haberse movido ni siquiera un poco de su lugar
desde la última vez.

idioma floralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora