Capítulo IV

16 8 2
                                    


Nil lloró durante mucho tiempo, no entiendo las razones del porqué le da tanta tristeza sobre lo que le conté. Miro hacia el cielo y me topo con las frescas hojas de los árboles, nos movimos ya que el sol está pegando muy fuerte a estas horas.

—¿Puedes contarme un poco más? —me pide Nil, refregando sus ojos.

—No —respondo sin titubear.

—Por favor —súplica—. Necesito saber algo más —bajo mi rostro hacia el suyo y suspiro—. Te contaré un poco más y será lo último que te cuente por hoy.

—Sí, entiendo. —Hace una breve pausa, inhalando profundamente y luego desechándolo en las siguientes palabras—. Quiero saber. ¿Cómo lo pasaste en las estaciones del año?

—¿Estaciones? —¿Qué podría contarle respecto a eso?, no recuerdo nada, excepto por una cosa—. Normalmente, en nuestras tierras, únicamente abunda el verano ya que el resto de las estaciones solo lo logran notar los árboles y plantas.

—¿Entonces, nunca has visto nevar o la sensación de otoño bajo tus pies? —pregunta con asombro. Niego con la cabeza—. No puede ser —dice, cubriendo su rostro con ambas manos.

¿Qué se supone que haga ahora? Sabía que podía seguir llorando si hablaba un poco más, no sé qué hacer ante estas situaciones.

Comienzo por entrar en pánico moviendo mis manos de un lado a otro hasta que, al fin, me sujeto de mi cabello, dándole pequeños tirones para ponerme a pensar. ¿Cómo es que puedo hacer que entre en calma?

En eso, un millón de imágenes llegan a mi cabeza de madres y padres calmando a sus hijos, son las únicas cosas qué logro recordar ya que, cuando volvía de una misión, los niños siempre se lastimaban o llegaban llorando.

Me acerco a él y lo abrazo.

—Ya, ya —musito en su oído mientras acaricio su cabello—. Calma. —Esas típicas frases que recordaba ahora me eran de mucha ayuda.

Lentamente, Nil, se va relajando y su llanto cesando, siento como su cuerpo se va soltando de a poco hasta que me abraza de vuelta, mojando todo mi pecho con sus lágrimas.

—Muchas gracias —dice con su voz ahogada.

—Tranquilo —digo mientras continúo acariciando su cabello.

Nos quedamos en esta misma posición hasta que Nil dejó de soltar sus lágrimas, me separo de él y atraigo su rostro hacia el mío. Viéndolo de cerca, tiene sus ojos muy hinchados. No me gusta para nada.

—No hagas esa mueca. —Me brinda una hermosa risa—, estoy bien —dice sujetando mis manos que se encontraban al costado de su rostro, cierra sus ojos y suspira apoyándose en mi mano—, ahora me siento mejor.

—Bien —digo mientras él aún está apoyado en una de mis manos. Abrió lentamente sus ojos y pude notar lo larga que son sus pestañas. Enseguida baja su mirada y palidece.

—¿Qué? —pregunto al instante.

—Tu herida se abrió de nuevo —dice entrando en un estado de desesperación—. ¡Ven! Tú. No te muevas. —En poco tiempo se levanta, me toma en brazos y camina, mejor dicho, va corriendo hasta la cabaña.

Apenas entramos, me recuesta sobre la cama. Busca, por toda la cabaña, lo necesario para vendarme mientras que yo, sin apuros, me voy sacando el que ya tengo puesto.

—No te lo saques aún —reclama aun siguiendo en su búsqueda—, podrías sangrar más.

—Las vendas están en donde pusiste las hierbas —indico y va casi corriendo por ellas, algo que me sorprende bastante, ya que la cabaña no es muy grande.

Mi Último Deseo || #PGP2024 || #POFG202R || ActualizandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora