Capítulo VIII

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Nil se queda pasmado por mi pregunta. Mira hacia un lado, luego hacia el otro, actuando como un completo sospechoso. Ya decía yo que esto era demasiado bueno.

—¿Por qué me preguntas eso? —pregunta Nil, luego de tomarse su tiempo.

—Solo me parece extraño que, a pesar de que seas humano, no conoces ninguna regla de ellos —me suelto de su agarre y retrocedo—. Me hace sospechar de ti.

—¿Pero, que sería yo si no fuera humano? —suspira y me dice con obviedad—: Tengo cinco dedos, puedo hablar contigo y me veo como un humano. ¿Por qué dudas de eso?

Lo miro de pies a cabeza y sin duda, parecía un humano, pero ha hecho tantas cosas que me confunden; La magia, contactos con la envidia diciendo que son buenas y su actuar como si me conociese. Todo, de cierta forma, parece conectarse, pero aún siento que falta algo que no me ha contado.

—No dudes de mí. —Acerca su mano hacia la mía y la presiona levemente—. Confía en mí, jamás haría algo para ponerte en peligro. Créeme.

Suspiro y lo miro más tranquila. No saco nada con sospechar de él y decírselo de frente justo ahora. ¿Por qué desconfío de él si lo único que ha hecho es ayudarme?, trato de convencerme lo más que puedo.

—Tienes razón ¿Por qué harías algo así? —suspiro y giro mi cabeza, negando de un lado a otro. Ahora que estoy más calmada, sigo contemplando aquellas luces de colores, hundiéndome en la profundidad de cada una de ellas—. Solo temo en lo que tenemos por definición de lo que es bueno y malo —susurro.

Los segundos en silencio se hacen presente, ninguno de los dos quiere continuar y yo, quizá por miedo, decido hacer lo mismo.

—¿Quieres salir? —pregunta con preocupación.

—Sí —digo en un suspiro cansador.

No me mientas, Nil, no a mí.

...

Nil me ayudó a salir hacia la superficie y a nadar hasta las orillas del lago. En cuanto salimos del agua tocó mi cabeza, dejando fluir su magia sobre mí y secando todo mi cuerpo al instante.

—Gracias —digo y camino hacia el centro del pasto, sentándome sobre este—. ¿Y aquellas hadas, las buenas hadas de las que me hablabas, en dónde se encuentran?

—Ya vendrán —dice, sentándose a mi lado y recostándose hacia atrás—. Querían verte desde que llegaste aquí.

—Ya veo —contesto sin ganas. Así que sabían de mi desde el momento en que llegue.

Me recuesto al lado suyo y miramos al cielo por un largo rato, en silencio.

Tengo dudas respecto a Nil, es tan extraño en términos de que él no es codicioso, no tiene avaricia ni deseos de obtener más de lo que no posee como lo es nuestro rey y, sin embargo, a pesar de todo eso, sigue siendo humano.

Es lo que quiero pensar en estos instantes.

Giro mi rostro, mirando a Nil.

Además de ser tan extrañamente distinto al resto, es amable e inteligente. Es un hombre que toda dama o mujer del reino querría poseer.

Nil no es un objeto, pero sí una persona difícil de conseguir y mantener a tu lado. Un tesoro bien escondido.

—Nil —llamo su atención—. ¿Estás en una relación?

Mi pregunta hace que casi se le salgan los ojos. Está muy impresionado con lo que acabo de decir.

¿Realmente es tan extraña mi pregunta?

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