Días después del cumpleaños de Jon,
Matías y el mencionado no dejaron de pasar cada momento que se les daba juntos.Pese a que los papás de Matías comenzaban a hacer preguntas algo extrañas, o hasta negarle salir de casa al castaño a veces.
Solía escaparse en las noches por la
ventana, con un Jon esperándolo abajo, mientras ambos se reían bajito por la "travesura".Ambos solían irse al lago, a recostarse en el pasto a mirar estrellas, mientras pedían uno que otro deseo a las estrellas fugaces.
Mientras tomaban sus manos,
entrelazando sus dedos con ternura.Cálido con frío.
Mientras los labios de Jon recorrían el
rostro de Matías, besando cada una de las partes en su carita, besando sus lunares, su piel, con toda la dulzura del mundo.A los dos chicos sólo les hacía falta notar que los amigos no se trataban así, que sentían más que un cariño amistoso por el contrario.
Porque aunque no se besaban en la boca, Matías sentía los besos de Jon por su rostro hasta en lo más profundo de su alma.
Jon había convertido las noches de Matías en las más dulces de toda su vida.
Y Matías las de Jon.
Por otra parte, los papás del castaño
eran cómplices de sus encuentros, y solían cubrirlos de muchas formas, dejando a Matías dormir en su casa hasta temprano en la mañana, cuando Mati volvía a su pieza antes de que sus papás despertaran.Aquella noche el plan era el mismo de las últimas.
Matías se despidió de sus padres,
diciéndoles un "buenas noches", se encerró en su cuarto, y esperó hasta asegurarse de que los adultos dormían.En cuanto cumplió su objetivo, se asomó por la ventana, y ahí estaba él.
Un Jon, con una mantita sobre los
hombros, algo despeinado, mientras
esperaba a su amigo.Matías sonrió, enternecido por la imagen, se preparó para saltar por la ventana, por suerte no era tan alto, y abajo habían fardos de paja que fácilmente le permitían caer suave, era hasta divertido.
Saltó como cada noche, Jon de inmediato fue a abrazarlo.
Matías sintió las manos frías de Jon sobre su cuerpo, el caraqueño pasó sus cálidos dedos por la nuca de Aramburu.
Miró sus ojitos brillantes que eran
iluminados por la tenue luz de la luna, y
besó con ternura la nariz del más alto.Jon enrojeció de vergüenza, sin embargo, imitó su acción, besando la punta de la nariz de Matías con suavidad.
Ambos rieron, tímidamente, como dos
niños chiquitos enamorándose por
primera vez.Y quizás, lo eran.
- Me siento como viniendo a buscar a la
Rupanzel, ¿O cómo se llamaba esa? - Soltó Jon, Matías dejó escapar una suave risita.-Rapunzel, loco, no Rupanzel.
murmuró bajito Matías, con una sonrisa,
seguían abrazados.- Bueno, que nombre de mierda tiene igual. - Se quejó Jon, Matías sonreía más.
Jon era un niño a veces.
El plan de esa noche era un poco distinto, ambos se quedarían en casa de Jon, ya que estaba algo mal el clima, y los podía agarrar una lluvia.
Ninguno de los dos quería eso.
Jon tomó la mano de Matías, separándose un poco del castaño.
Ambos se pusieron horriblemente nerviosos con aquel gesto.
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