Tristemente, Jon no pudo hacer nada
más.Se quedó ahí, en la entrada del hogar,
viendo el sol salir, esperando a que por
arte de magia, Matías saliera de la casa a recibirlo como siempre.Pero jamás sucedió.
No podía llorar, Jon no podía dejar salir
ni una sola lágrima, simplemente estaba mudo, quieto.Jon ni siquiera fue capaz de hablar y contarles todo a sus papás, simplemente se quedó callado, dejando que entendieran por sí mismos.
Pero no pudo desahogarse, Jon no pudo sacar todo lo que tenía en su alma y corazón, simplemente se sentía vacío, y aún no quería caer en cuenta de nada.
Se pasó todo el día con la mirada perdida, viendo hacia la casa de al lado por su propia ventana, hasta que tomó la decisión de ir, una vez más, cuando el sol volvía a caer, y comenzaba a hacerse presente la noche.
Aún sabiendo que no encontraría nada.
Ana y Carlos no interfirieron, simplemente lo apoyaron, dejándolo vivir en paz aquel día, entendiendo que para Jon era más dificil que para cualquier persona.
Jon había perdido a su primer amor, y nadie podía hacer nada por él.
El castaño salió de casa sin decir nada, caminó con pesadez hasta el patio trasero vecino, una vez más fue hasta aquellos fardos de paja, sentándose en uno de estos, terminando por recostarse por completo, en silencio, y sin expresión alguna.
Jon pensó, pensó mucho.
Su cabeza no lo dejaba en paz, y era tan
desesperante no poder sufrir tranquilo,
Jon sólo quería deshacerse llorando, pero nada salía.En sus recuerdos se reprodujo aquella
noche de lluvia, cuando entre suaves
caricias, terminó bailando con Matías en medio de un abrazo.La noche más linda del mundo para el
castaño.Sonrió ligeramente, sintiendo su garganta arder de tristeza y angustia.
Lo daría todo por volver a esa noche.
Suspiró, por enésima vez en el día.
Comenzó a preguntarse si Matías realmente lo quería como le prometió.
Jon comenzó a pensar en si Matías gustaba tanto de él como Jon gustaba del castaño, a preguntarse si todos los besos, abrazos y caricias habían sido reales.
¿Jon no era suficiente, o simplemente la vida era injusta?
Miró las estrellas que comenzaban a hacerse presentes en el cielo, recordando con tristeza como una vez, en el puente del lago, Matías le había contado que le había pedido a una estrella fugaz que ese verano fuese eterno.
Bien decían que cuando cuentas un deseo, este jamás se hacía real.
Jon se acomodó, mientras pensaba en
todo aquello, miró el pasto seco, fijamente, como si fuese lo más interesante del mundo.Divisó entre este una esquina blanca, Jon, extrañado, removió la paja, hasta que descubrió entre esta unas hojas de papel, algo arrugadas, pero aparentemente recientes, Jon se sentó en su lugar.
Desdobló la primera hoja, una letra bonita y limpia se extendió frente a sus ojos, Jon supo que se trataba de la letra de Matías, pues recordaba perfectamente como una vez el caraqueño le había contado que siempre mezclaba manuscrita con imprenta.
Jon sonrió con tristeza, le hubiese gustado conocer aquella letra en
otro contexto.Se dispuso a leer apenas vio su nombre
escrito ahí, sabiendo que probablemente su corazón volvería a doler fuertemente.