Cap VIII

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Matías y Jon pasaron aquella tarde
juntitos, se pasearon por el campo de la
mano, entre los malos chistes de Jon, y un Matías que trataba de dejar atrás sus malos pensamientos para no preocupar al castaño.

No mencionó que sus padres lo habían visto llegar esa mañana, y tampoco mencionó que su papá odiaba su "amistad".

No quería que Jon se pusiera igual de mal que él.

Sin mencionar que el caraqueño aún no le contaba a Jon que él tenía una "pareja" en Ia ciudad.

Lo que era muy malo, pues los estaba engañando.

A los dos.

En ese momento, ambos caminaban hasta sus casas, Matías apoyado en Jon, con sus dedos entrelazados, tranquilamente, ya era de noche.

Y debían volver antes de que Matías se
comiera otra sarta de coñazos.

- Mati - Llamó su atención Jon, el castaño se separó brevemente para mirarlo.

-¿Te pasa algo a ti? Es que llevas toda la tarde como medio decaído, y raro.

Matías lo miró atento, y suspiró.

Era contarle todo, o no contarle nada.

Debatió consigo mismo un par de
segundos, luego soltó el aire que estaba
acumulando.

Tomó a Jon de la mano, ambos se
sentaron en el pasto, Matías estaba algo nervioso.

Pero suponía que lo mejor era decirle a
Jon las cosas tal y como sucedían.

Porque así, tal vez, sería más fácil.

Matías tragó saliva, apretó la mano de Jon, llamando su atención.

-Tengo novia.

Matías soltó seco y conciso, Jon lo miró confundido, alzó una ceja, entreabriendo sus labios para hablar, sin embargo, nada salía.

Jon buscó con su mirada la de Matías,
tratando de hallar una explicación en esos ojos cafés, en esa mirada bonita que tanto amaba.

Pero lamentablemente, esa mirada
nunca llegó.

Matías no era capaz de ver a los ojos de
Jon.

-¿Cóm... - Jon habló, sin embargo Matías lo miró haciéndolo callar, su frase quedó a medias.

- Es una relación pactada - Matías suspiró, sabiendo que probablemente no le creería.

- Estamos juntos desde hace cuatro
años, sus padres son amigos de los míos.

Matías habló pesadamente, no sabía cómo explicar bien la situación.

- Sus padres y los míos armaron esa
relación, desde que éramos pendejos
nos juntaban, hasta que se volvió un
compromiso. - Matías sentía su voz un
poquito rota, su propio corazón dolía.

Jon, por su parte, sentía cada vez un dolor un poquito más grande en su pecho.

Sentía que jamás debió preguntar.

Y Matías sentía que jamás debió hablar.

El más alto soltó la mano de Matías, el
Caraqueño lo miró como si estuviese
asustado.

Con miedo.

Jon negó varias veces, miró al pasto,
luego sus propias manos.

Se sentía engañado.

Usado.

Jon se sentía la diversión de verano de
Matías.

Estaba enojado, Jon, por primera vez en muchísimo tiempo, sentía una rabia real, una rabia fuerte, mezclada con tristeza, con vergüenza, con todo.

The prophecy / AramcavaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora