Luego de desmoronarse en los brazos de su mamá, Jon se quedó llorando, horas y horas.
Lloraba porque se sentía mal, porque no
sabía si creer en Matías y en sus palabras era lo correcto, lloraba porque lo quería, y porque le dolía el alma.Porque Matías era su primer amor.
Jon era un chico que jamás experimentó algo similar, para el castaño era la primera vez en su vida que sentía algo como tal, Jon se sentía extrañamente dolido.
Si hubiese sabido que el amor dolía de
ese modo, jamás hubiera permitido que el castaño pudiera entrar en su corazón.Pero era tarde.
Jon estaba hasta los huesos, enamorado de aquel caraqueño, y lo comprobó aquella noche, cuando llorando como un niño chiquito en los brazos de su madre, mientras su padre le preparaba una infusión para calmarlo, le confesó a su mamá que nunca se había sentido así.
- Pero va a pasar, mi amor, estas cosas
pasan. - Murmuró Ana, mientras
acariciaba el cabello de Jon, este sólo
hipaba y sollozaba como si tuviese cinco años otra vez.-Pero es que- Jon hizo una pausa, su
mamá lo miró atenta.- Es que me gusta mucho, yo me enamoré, ¿Creés que me enamoré?- Preguntó Jon con genuina duda, buscando respuestas en los brazos de su mamá.
Ana asintió, con pesar, quería hacerle
entender a Jon que esas cosas podían
suceder, que no significaba que todo estaba perdido, ni que los sentimientos no fuesen reales.-Si, mi vida, yo sé que te enamoraste.
Jon se había pasado el resto de la noche llorando, con una extraña sensación en el pecho.
Un presentimiento de que algo estaba
mal.Aparte de su actual relación con
Matías, Jon sentía que había algo más
sucediendo, algo que lo inquietaba.Como si algo muy malo estuviese por pasar.
No supo por cuántas horas lloró, ni en qué momento se había levantado de su cama.
Pero tomó un buzo, y bajó las escaleras, no había nadie despierto, o eso creía Jon.
Era raro, el ambiente se sentía más frío
de lo normal, y Jon no podía pensar por alguna extraña razón, no podía quedarse analizando la situación, no sabía qué estaba haciendo, se movía por inercia, como si su cuerpo se manejara por sí solo.Casi amanecía, salió de su casa con
pesadez, pensando en que debía, y
necesitaba hablar con aquel chico que tan mal lo tenía.Jon necesitaba arreglar las cosas, intentarlo, tratar.
Aunque no saliera bien, aunque Matías no lo quisiera a él, aunque la fuese a elegir a ella.
Se sentía un tonto, pero al menos lo
intentaría, tal vez su corazón sufriría
mucho.Sin embargo, Jon estaba dispuesto a
sufrir, lo que fuese necesario.Tal vez el amor le había afectado la cabeza.
Caminó hasta la casa de al lado, Aramburu se dirigió hasta los fardos de paja, sobre estos estaba la ventana de Matías, el castaño quiso pronunciar bajito el nombre del caraqueño.
Jon estaba extrañado, intentó otra vez.
Nada.
No es real.
Jon, confundido y asustado por sus
pensamientos y aquella extraña voz
que sentía que le estaba hablando, tomó un puñado de piedrecitas, y comenzó a lanzarlas una a una hacia la ventana del caraqueño.