Cap VII

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Matías detuvo todos sus movimientos,
incluso su respiración por un par de
segundos.

Pensó, rápidamente en alguna excusa,
aunque nada parecía tener coherencia en su cabeza.

Tenía miedo.

Eh, salí temprano... - Matías seguía
pensando, cerró sus ojitos unos segundos.

Jon, el vecino, es el único de mi edad acá, así que nos hicimos amigos.

Sus padres lo miraban atentamente,
especial su papá.

Que lo veía con un especial deje de
desconfianza en sus ojos, Mati estaba algo asustado, sabía que eso de salir temprano no sonaba creíble.

- Ese buzo no es tuyo. – Sentenció su padre, Matías se puso tan nervioso que no supo qué decir, balbuceó bajito, tratando de ordenar sus ideas para dar una explicación normal de por qué traía la ropa de Jon.

- Es suyo, lo tiene hace tiempo. –
Interrumpió su mamá, sin alzar la vista,
Matías la miró con una mezcla de alivio y confusión.

¿Su mamá lo estaba encubriendo?

Mariana nunca fue la mamá más cariñosa del mundo, al menos desde que Matías se volvió un adolescente, no demostraba más de lo necesario.

Matías era un chico tan exigido por sus propios padres, que ese cuidado y amor de padres rara vez estaba presente.

Su relación se basaba en un "yo te exijo, tú cumples", y "yo te pido, tú me das".

Lo material jamás le faltó a Matías.

Tenía una buena vida, buen celular, buena ropa, buena situación general.

Su cuarto era enorme, tenía una casa hermosa en la que vivía junto a su familia, no le faltaba nada.

Excepto por ese cariño, esa complicidad, esa unión.

Como la que tenía Jon con sus padres.

Matías carraspeó al darse cuenta de lo
mucho que estaba pensando en una
situación tan incómoda, miró a sus padres, su papá lo miró fijamente a él.

- No me gusta tu amistad con el hijo de los vecinos. – Murmuró, Matías miró sus pies, moviéndolos con vergüenza.

Eso no era una amistad, después de todo.

Los besos, los abrazos, dormir juntos,
decirse cosas bonitas.

Los labios de Jon besando las marcas de su carita, sus lunares, los dedos de Jon pasándose por su cintura, y
cada vez que se veían a los ojos.

Matías sentía mucho más que un cariño de amigos por Jon.

-¿Por qué? - Matías habló luego de un
rato, tratando de relajarse y volverse
neutro.

-A mí me cae bien, y sus padres son soles - hizo una pausa, tomándose su tiempo.

- Jon es mi amigo, y si no te gusta,
no puedo hacer nada yo.

Matías dejó de mirarlos, subió las escaleras sin escuchar una sola palabra más.

Sabía que si se quedaba ahí, su relación
con Jon peligraba, porque discutirle a su papá era buscar al demonio a veces.

Era capaz de todo ese hombre para que las cosas fuesen como él quería.

Se encerró en su cuarto, echándose en la cama, mirando al techo.

Miró su celular que estaba en la mesita de noche, lo tomó, entró en su galería.

No tenía fotos con Jon.

The prophecy / AramcavaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora