Hector FortNunca me sentí tan identificado con la ansiedad. En mi vida he sentido ansiedad y ahora llego toda de golpe a mi vida.
Mi hermana dice que cuando murió su novio ella lo amaba tanto que lo veía hasta cuando iba a sentarse al baño. Lo veía todo el tiempo, a cada minuto.
Y termino en un centro psiquiátrico.Pero terminar en un centro psiquiátrico comiendo gelatina no es lo que me preocupa; me preocupa no saber como actuar. Veo su cabellera rubia todos los días y sin poder evitarlo sonrío como estúpido aunque este en la fila del supermercado.
Me despierto de la siesta después de soñar con ella y me quedo con los ojos cerrados esperando poder volver a dormirme y seguir viéndola sonreír.
No soy ese tipo de chico, nunca me interesó demasiado con una chica. Pero lo que me esta pasando me esta volviendo loco, es un circulo vicioso en el cual no me la puedo sacar de la mente.
Y lo peor de todo, es que no quiero que termine.
–Vino Victor! –Mi hermana pequeña abrió la puerta de mi habitación de manera brusca. Sus cachetes se inflaban con una sonrisa de oreja a oreja.
Me levante de la cama ya sin tener que preocuparme por cambiarme porque ya lo había hecho desde hace unas horas. Mi hermana me siguió hasta la cocina en donde Victor conversaba animadamente con mi papá.
–Vamos?
Ambos se dieron vuelta cuando anuncie mi llegada a la habitación. Victor tenia una remera abrigada que le llegaba hasta las orejas de color naranja.
–Vienes de animar un cumpleaños de niños? –Pregunté haciendo reír a mi papá.
–Estoy muy enfermo.
Rodee los ojos, hacia un calor terrible y Victor seguía siempre resfriado. Desde pequeños que nunca pudo disfrutar el verano por todas las alergias; si no era por el pasto era por el sol, sino era por el cloro era por la toalla sucia.
Recuerdo que en mi cumpleaños de siete años llego resfriado hasta la medula y cuando cantábamos el feliz cumpleaños no pudo evitar estornudar. Lo menos divertido fue cuando envío todos sus mocos verdes a mi torta de Ben 10.
Me acerque a saludar a mi padre. –Toma, para que le des a Marcos.
Mire su mano con atención, me estiraba un billete de veinte euros con orgullo. Sonreí y lo guarde en mi bolsillo trasero.
–Gracias, ya nos vamos.
Victor saludó a mi padre con una chocada de manos y nos subimos en su auto.
Sin vergüenza puso su música a todo volumen y empezó a hablar sobre su entrenamiento de voleibol.
Me pase lo que quedaba del camino mordiéndome la piel de las uñas; ansioso por llegar a la casa de Marcos. Su cumpleaños era después de las 00:00 y lo iba a recibir con nosotros, supuestamente comeríamos y luego salíamos a tomar algo.
El estomago se me cierra con la emoción de verla de nuevo. La ultima vez que la ví fue hace una semana y sentí que nos acercamos bastante. Con haber tocado su cara para mi era suficiente.
–Que te pasa Hector? Estas como que... no lo se.
Yo me giro hacia mi amigo con mi cara de confusión, tal vez me había descubierto y noto que estaba terriblemente enamorado de una chica que ni me pela y que encima era la hermana de uno de nuestros amigos.
El orgullo por el suelo Hector.
–Estoy normal, lo que pasa es que salí bastante de la rutina.
Mi amigo levantó sus hombros restándole importancia y se fijó en estacionar bien el auto.
Ambos nos bajamos al mismo tiempo y cruzamos la calle pisando la gran casa de los Goraber.
–Aun no entiendo como siendo trece y una madre soltera no están en banca rota. –Sin vergüenza Victor confiesa.
Yo solo respondo con una risa y toco la puerta un par de veces. Estaba muy nervioso como para hablar.
Dakota, una hermana que apenas conocia de Marcos nos abre la puerta. La examino un poco por inercia. No se parece en lo mas mínimo a los hermanos, ella es morocha y de ojos marrones claros. Era flaca hasta más no poder y bastante alta.
–Hola! Pasen a la cocina a dejar las cosas!
Nos da un beso efusivo en la mejilla a cada uno y no me queda duda alguna que es totalmente diferente a su hermana, la que si me gusta.
Sonrío con amabilidad y paso a la cocina. Reprimo mi risa en una fina linea con mis labios cuando los recuerdos de la ultima vez que vi a Ari llegan a mi mente.
Pero mi sonrisa deja de reprimirse en tan solo un instante cuando la veo apoyada en la mesada hablando con su hermana.
Antes de que me vea la repaso con la mirada. Tenia unas trenzas a ambos costados de su cuerpo, probando que tan largo era su pelo. Una Polo Ralph Lauren color azul bastante oscuro, casi negro. Un pantalón de montar a caballo oscuro, que le hacia unas piernas para llenar un balde entero de baba. Y su vestimenta terminaba en unas botas que le llegaban al final de la rodilla.
Ni siquiera me importo mirar a todas las demás chicas que estaban ahí cuando ella giro su cabeza en dirección a nosotros. Antes de mirarme le sonrío a victor sin mostrar los dientes y se enderezo. En cambio cuando por fin dirigió sus hermosos ojos a mi, me regalo una sonrisa de dientes brillantes.
Sonreí de igual manera y me acerque a saludarla primero, lo hice por instinto y posiblemente quedé como un tonto. Pero toda la vergüenza desapareció cuando ví el rojo empezar a pintar sus mejillas pálidas.
–Hola. –Ella me saludo primero.
–Hola.
Agache mi cuello y un poco de mi espalda para llegar a su cara y le di un beso que solo escuchó ella sobre la mejilla. Escondió su sonrisa y yo me permite mirarla en una frecuencia de segundos.
Iba a señalar su clavícula pero ella negó lentamente, eso me dio a entender que no debía preguntarle, no ahora.
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Im Gonna Get You Back •Hector Fort
Fiksi PenggemarArizona, una fiel seguidora del romanticismo cultural, no ve fácil encontrar algo parecido el amor en este mundo y se encuentra en negación a ser deleitada por las muestras de afecto de chicos de su generación gracias a todas las expectativas que t...