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★ ᴅᴇᴊᴀʀᴛᴇ ɪʀ ★

Ger estaba muy enojado, y se alejó de la universidad lo más que pudo, llevándolos bien lejos de Santiago.

— No trajiste abrigo suficiente, nos vamos a enfermar- masculló.

"No volveré allí..." Dijo German". Ni siquiera a buscar un abrigo más, no pienso volver a verlo".

Sintió a German llorar, su tristeza continuaba invadiendo el cuerpo, dándole una sensación de vacío en su pecho.

Les costaba controlar los cambios cuando alguno de los Alters tenía una emoción muy fuerte, simplemente querían sacar sus sentimientos al exterior, y para eso necesitaban el cuerpo.

Se esforzó por llevarlos a un lugar que considerara seguro, pero se le hacía difícil controlar la sensación del cambio de mando, comenzaba a marearse, no pudo ir muy lejos, llegaron a un parque algo familiar ya habían estado allí antes, era la tarde y comenzaba a oscurecer de a poco, no había mucha gente, y Ger se sentó en un banco para poder llorar en paz, sintiendo el mundo dar vueltas, y estando completamente solos.

German volvió a tener el control, y lloró un rato largo.

Cuando pudo calmarse un rato más, volvió a tomar el cuaderno de Santiago, y volvió a abrirlo, pasando por las páginas.

Encontró que Santiago había escrito cada encuentro que había tenido con los otros Alters, descubrió que el peluche de pingüino no era un regalo, sino que era intencional para que Uni se apareciera.

Eso hizo enfurecer aún más a Ger, porque él era el cuidador de todos, y especialmente del pequeño.

Todo parecía revelar una traición tras otra.

Intentó aguantar el llanto mientras seguía descubriendo, página por página, todo lo que necesitaba saber, necesitaba ver por sí mismo que todo el cariño, toda la relación que había tenido con Santiago, fue una mentira.

— German es muy lindo - leyó, estaba al final de una de las páginas, como una nota extra, buscó del otro lado a ver si aquello seguía, pero era solo eso.

Era lo que siempre le decía, que era lindo, que era hermoso.

Vió como Santiago comenzó a escribir sus encuentros en forma de anécdota, como si de verdad, fuera un diario.

— A-a Gema le gusta mucho el chocolate, compré unos cuantos para él... Es muy tierno.

Otra nota, otra nota bonita, sin más, sin continuación, se quedaba sentado allí, temblando del frío helado del invierno, viendo unas palabras bonitas escritas en una letra bonita.

Llegó de nuevo a la página donde Zahn contaba lo que le había confesado, su máximo secreto, sus traumas y dolencias de una infancia destruida.

— German me ha revelado su pasado, y el por qué de la existencia de Gema, Uni, Mockin, Ger y él...... Todos nacieron por una injusticia, y no tienen la culpa de vivir algo como e-eso.

Al voltear la página, vio todo tachado, con rayas hechas con la lapicera negra que había usado para escribir todo el cuaderno, tanto que no se podía distinguir nada de lo que ponía.

Al final, había una nota, otra más.

— Su pasado no les incumbe a nadie... Ni siquiera a m-mi... La confianza se quedará conmigo, y esa historia también. No importa lo que el S-Señor Nicolás insista con esto. Dejen a German y a los demás en paz.

Sintió las lágrimas en sus mejillas, estas dolían porque el frío hacia que todo doliera un poco más, temblaba de forma furiosa.

Se limpió el rostro de nuevo, para ver la nota, que continuaba.

 「𝑇ℎ𝑒 𝐴𝑙𝑡𝑒𝑟𝑠」𝘴𝘢𝘯𝘵𝘶𝘵𝘶 𝘺 𝘶𝘯𝘪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora