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Comencé a subir las escaleras. El edificio contaba con ascensor pero había decidido subir andando con la excusa de que alguien más había llamado al ascensor, aunque en el fondo sabía que era para hacer tiempo.

Mi piso estaba en la tercera planta, así que no tardé mucho en llegar hasta mi portal.

Y ahí estaba yo, parada frente a la puerta.
Nada había cambiado, por lo menos en el piso, porque en mi vida desde luego que si.

Suspirando, saqué las llaves que el portero me había entregado hacia unos minutos.
Conocía al portero desde que me mudé aquí con ocho años, siempre se había comportado muy bien conmigo, recuerdo que solía regalarme caramelos cada vez que me marchaba de casa para ir al colegio.

Me reconoció al instante y estoy segura de que sentía curiosidad por saber que había sido de mí durante tanto tiempo, pero conocía lo que paso con mi madre, así que se guardó sus preguntas para si mismo y no mostró oposición al entregarme las llaves.

Dejé a un lado mis pensamientos y lentamente , metí las llaves en la cerradura, pero mi cerebro me impedía girarlas.

-Vamos no seas tonta.- susurre para mi misma mientras mi mano temblaba.

Entonces lo que temía sucedió.
Comencé a sollozar, todo lo que había vivido, la persona que jamás volveré a ver y este maldito piso...

Las lágrimas comenzaron a deslizarse por mi mejilla mientras sollozaba. Estaba ahí parada en medio de el pasillo pero no podía entrar.

Empezaron a llegarme recuerdos, de momentos en los que fui feliz. Anhelaba tanto aquellos momentos con ella; dejar la cocina hecha un cristo intentando hacer magdalenas que ni siquiera estaban buenas porque ninguna de las dos teníamos ni idea de como cocinar, o los atardeceres en aquel mirador cerca del puerto que tanto me gustaban...

Dios había olvidado aquel mirador.

Sería una cobarde pero no iba a entrar al piso. No era capaz, no todavía.

Iría al mirador, era justo lo que necesitaba, despejar mi mente y reflexionar sobre todo.
Luego volvería al piso y me enfrentaría a todo.

Así que me limpié las lágrimas y eche a correr.

Y otra vez, estaba huyendo.

ᴛᴜ, ʏᴏ ʏ ʟᴀ ʟᴜɴᴀ; Robin Le NormandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora