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Saqué mi móvil para escribirle un mensaje a Leire.

Habíamos quedado en que, si todo iba bien con el vuelo, me recogería a las 9;30 en la puerta del aeropuerto de Lannion, para ir en coche hasta pabu, el pueblo de Leire que se encontraba a unos 30km.

Pero había pasado media hora desde nuestra hora de encuentro y Leire no aparecía por ningún lado.

Fruncí el ceño mientras miraba la pantalla de mi móvil. Hacía horas que no se conectaba y ni siquiera me había hablado esa mañana.

Levanté la cabeza y miré a mi alrededor.

El aeropuerto estaba abarrotado de gente, muchos de ellos cargaban con regalos envueltos en papel navideño, para entregar a sus seres queridos puesto que mañana era nochebuena.

Por mi parte, yo también cargaba con algunos regalos en el interior de mi maleta.

El día anterior, al observar por la calle a padres desesperados saliendo de jugueterías para hacer sus compras de última hora, me había dado cuenta que en casa de Leire también intercambiarían regalos.

Y por muy en contra que estuviera de los planes de Leire, al fin y al cabo sus padres me estaban acogiendo en su casa sin ni siquiera conocerme, y tendría que agradecérselo de alguna forma.

Así que me dispuse a pensar en que regalo podría hacerles. Pero debido a mi poca experiencia en hacer regalos y lo poco que conocía de ellos, terminé buscando en google; "Que regalar a tus suegros por navidad"

Si, se que no son mis suegros pero la situación era bastante parecida.

Por suerte, mi siempre fiel amigo google, me había proporcionado una gran variedad de ideas de entre las que había escogido dos botellas de vino.

Y por supuesto también llevaba algo para Leire.

Una voz detrás de mi espalda me sacó de mis pensamientos.

-Creo que has crecido algunos centímetros desde la última vez que te vi.

Me giré al instante.

Los ojos color avellana que me resultaban tan familiares y ese pelo rubio intenso eran inconfundibles.

Esbocé una sonrisa mientras dejaba mis maletas en el suelo.

-¡Leire!

Salí corriendo con los brazos abiertos para acabar con la distancia que nos separaba a Leire y a mi, que también corría hacía mi dirección.

Nuestros cuerpos chocaron con torpeza lo que nos sacó una carcajada para después sumirnos en un abrazo.

Mi amiga me achuchaba con fuerza, hasta el punto de no poder respirar.

-Se que eres muy intensa ,pero me estás ahogando.-Dije contra el pecho de mi amiga mientras sonreía.

Mi amiga aflojó su agarré y se separó de mi.

-Esque no quiero que vuelvas a irte.

Su cara expresaba cierta nostalgia.

En Londres nos habíamos echo muy cercanas, pasábamos la mayoría del tiempo juntas; trabajamos juntas, comíamos juntas y vivíamos juntas. Pero tan solo pasaron horas desde que me llegó aquel email hasta que me marché de Londres asi que tuvimos que despedirnos sin saber realmente cuando volveríamos a vernos.

Alargué mis brazos hacia ella y esta vez la que la apretujaba era yo.

-Ojalá pudiéramos vernos mas, es injusto qué estemos tan lejos.- Dije con sinceridad.

Tener a Leire me había ayudado muchísimo. A menudo pensaba en la suerte que había tenido al entrar a aquella cafetería para preguntar por un puesto de trabajo y que ella estuviera allí. Leire no solo me hacía reír y me acompañaba a hacer mis compras, también me escuchaba y soportaba en mis momentos de bajones y recaídas. No se qué sería de mi si no la hubiera conocido.

-Bueno, dejémonos de ñoñerías y vamos al coche, todavía nos queda media hora de camino.- Dijo mi amiga mientras se separaba de mi.- Te ayudo con las maletas.

__________

Bajé la ventanilla para sentir el aire gélido en mi cara, la calefacción del coche de Leire estaba empezando a agobiarme y mis tres capas de ropa no ayudaban mucho.

Incline un poco la cabeza hacia fuera. Extensos prados cubiertos de nieve se asomaban por la ventanilla, el paisaje,típico del norte de Francia, no era muy diferente a lo que estaba acostumbrada a ver en San Sebastián, cielos grisáceos y altas montañas repletas de arboles cubiertos de nieve.

Volví mi vista hacia delante, y a lo lejos, pude visualizar un pequeño cartel cubierto de musgo que nos daba la bienvenida a Pabu.

Suspiré cansada.

Así que ya hemos llegado.-pensé para mis adentros para preparme mentalmente.

Giré mi cabeza hacia los asientos de atrás, y no pude reprimir una sonrisa al ver como Ayrton sacaba la lengua mientras asomaba la cabeza por la ventanilla, se lo estaba pasando en grande.

Volví mi cabeza hacía delante y esta vez me dirigí a mi amiga;

-¿Estas segura de que a tus padres no les importa que venga Ayrton?-

Mi amiga me dirigió una mirada que me dio a entender que tenía ganas de matarme.No la culpaba, le había preguntado lo mismo unas veinte veces.

-Ya te he dicho que no hay ningún problema.- Respondió con tono cansado mientras me miraba con burla .-A mis padres les encantan los animales, tenemos 2 perros en casa, además, Ayrton es adorable.

Me dirigió una sonrisa.

-La verdad es que si.-Dije como una mamá orgullosa.

Sin darme cuenta nos habíamos adentrado en aquel pueblito.

Los adornos navideños recorrían cada rincón y hacían contraste con las casas de piedra que se acumulaban conforme íbamos avanzando.

Atravesamos un pequeño puente de piedra que cubría un riachuelo helado debido a las temperaturas invernales de la época y cruzamos la plaza principal del pueblo, dónde se alzaba un gran árbol de navidad decorado con miles de luces y decoraciones. El árbol se encontraba en medio de una gran pista de hielo que recorría la mayoría de la plaza.

-Eso no será una pista de hielo.-Dije con asombro.

-temo decirte que si.-Me contestó mi amiga mientras reía.

En seguida me uní a su risa.

Una tarde en Londres Leire y yo habíamos decidido ir a patinar sobre hielo, pero está claro que el equilibrio no es lo mio y terminé cayendo de culo unas cuantas veces. Es uno de los mejores recuerdos que tengo con Leire.

Pasamos unas cuantas casas mas y finalmente leire  aparco el  coche en una de ellas.

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⏰ Última actualización: Aug 22 ⏰

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ᴛᴜ, ʏᴏ ʏ ʟᴀ ʟᴜɴᴀ; Robin Le NormandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora