♱ ༻ 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕𝐈𝐈 ༺ ♱

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Advertencia antes de leer, esta historia puede contener: asesinatos, crímenes de lesa humanidad, resucitación, vocabulario vulgar, muerte en masa, pandemia mundial, etc.

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El silencio abundaba en el lugar, ambos chicos se sonreían entre sí a escasos centímetros de distancia.

Pero, entonces, al oír como alguien tosía fingidamente al lado de ellos, voltearon en dirección al sonido: era Dante, quién tenía noticias para ellos.

Eh... Chicos, yo sé dónde hay uno de los laboratorios de Lex Luthor, por si se quieren dirigir allí.

Eso sería de mucha ayuda, gracias. ━ Comunicó el joven Kent mientras se secaba sus últimas lágrimas, para luego separarse sutilmente del contacto físico de apoyo que le proporcionaba Wayne. Intentando olvidarse de lo que vió hace unos momentos, dijo: ━ Guíanos hacia ese sujeto.

Y así hubiera ocurrido, de no ser por un nuevo sonido que los hizo cambiar de plan: el gruñido del estómago de Jonathan.

Éste, algo avergonzado, sonrió a los demás pidiendo en silencio que se detuvieran en algún lugar seguro para comer.
Jon señaló a su hogar, con la obvia condición de que encerraran a sus padres en alguna habitación con llave.

Robin comprendió al instante sus intenciones y no tardó en colocarse la máscara antigas: él se encargaría.

De una patada la puerta fue abierta, llamando la atención de los cadáveres de los padres de su compañero, entonces, rápidamente cerró la puerta con él dentro.

Dante preocupado se acercó al joven Kent para decirle:

¿Está bien que lo dejemos solo con unos muertos?

Déjalo con cien más y se encargaría él solo. ━ Habló Jon, presumiendo de tener un amigo tan capaz y fuerte como Damian.

Luego de un minuto, la puerta se abrió, mostrando al susodicho con una sonrisa arrogante en la cara que decía un obvio "Si pude".

El policía y el científico tomaron lugar en el comedor del acogedor hogar, sentándose y metiendo las manos en sus mochilas para ver qué podían comer.

La mejor opción que hallaron fue una lata de duraznos cortados en trozos.

Jonathan se levantó de su lugar y caminó a través de la casa hasta llegar a la cocina, para ponerse a buscar unas cucharas.

Aquel hogar... Le traía tantos recuerdos.

Cómo la vez que se escapó de su casa del campo al recibir la noticia de que se mudarían a Metrópolis. O la vez que, por primera vez en años, trajo a un amigo a casa y sus padres ya sospecharon que era gay: le dieron toda una charla a la noche sobre que eso estaba bien y que ellos le apoyarían en todo, cuando en realidad ni él mismo en la actualidad sabe sobre su propia atracción sexual (nunca se ha puesto a pensar a profundidad sobre eso).
O cuando sus padres invitaron a la familia de su mamá a casa, y todos riendo entre broma y broma, le dijeron que debería tomar con ellos. Él claramente les contestó que no tomaba (realmente nunca lo hizo). Sus tíos no le creyeron.

Pero, entonces, unos dedos tocando su hombro lo distrajeron de sus pensamientos, reconoció rápidamente de quién era esa calidez y ese tímido toque.

Ey... Eh, te has quedado viendo tres cucharas y un abrelatas durante tres minutos. ━ Comunicó Damian.

Lo siento, vamos. ━ Contestó comenzando a caminar a su lado.

Una vez en el comedor, el que tuvo que abrir la lata fue Wayne, quien, tras ver como dos chicos intentaban inútilmente averiguar cómo se usa el abrelatas, suspiró y decidió ayudar.

𝕯𝖊𝖆𝖉𝖑𝖞 𝕶𝖗𝖞𝖕𝖙𝖔𝖓𝖎𝖙𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora