Pasaron cuatro años desde mi último encuentro con Yael. Ya tenía catorce años y Sarah y yo comenzamos la adolescencia. Ella seguía siendo una chica tierna e inocente, casi no cambió en nada en lo que se refiere a su personalidad. Muchas veces, después del accidente que pasó con Sofía, me había preguntado cuál era la orientación sexual de Sarah, pero ella no había tenido más enamoramientos desde entonces y cada vez que veíamos una película o serie, ella me contaba qué personaje masculino le parecía guapo. Por lo que pensé que todo lo que pasó esa vez fue solo una etapa. Cristal ya había salido de la escuela, pero ella y Sarah no perdieron el contacto, sobre todo porque Sarah ya tenía su propio celular y se la pasaban hablando.
Resultó que Cristal y su familia se habían convertido a una nueva rama del evangelismo o algo así. Ahora parecían más concentrados en tradiciones judías y esas cosas. Mi abuela pensaba que ellos eran judaizantes, mientras que mi mamá le decía a Sarah que no se creyera todo lo que ellos le decían. Mi mamá seguía siendo nana en la casa de los Carrasco, pues los papás de Sarah ya se habían encariñado mucho con ella, además de que mi princesa aún no parecía del todo lista para despedirse de mí.
Mientras tanto, yo ahora tenía catorce años, pero casi nada en mí había cambiado. Seguía siendo tímido y sin amigos. Me volví más alto y mi cara dejó de ser redonda, empezaba a parecer un adulto, aunque no actuaba como uno. Sarah y yo nos acompañábamos en el colegio , ella se volvió un poco más sociable ya que nuestros compañeros le empezaron a tener cariño, pero yo seguía siendo el raro de la clase. Perdí muchos de mis intereses en los estudios y comencé a prestarle más atención a mi lado "creativo". Me pasaba la mayoría de las clases dibujando en mis cuadernos.
Pero en realidad lo hacía para distraer mi mente, pues con los años me di cuenta de que la voz en mi cabeza no era el Espíritu Santo. Claro que no lo era, sin duda era un demonio. Todos los días me molestaba a cada hora con ideas y pensamientos espantosos: cosas como escenarios sangrientos, mutilaciones y pensamientos de hacerle daño a las personas que amaba, sobre todo a Sarah. Todo era espantoso. Solo decir algunas oraciones después de cada pensamiento horrible me podía calmar.
Para ese punto habían dejado de dar clases de religión obligatorias en el colegio , ahora todo era opcional. Sarah no iba, pues ella ahora decía que ellos "no hablaban de la versión verdadera de Dios". Yo no la entendía e incluso llegué a pensar que podíamos llegar a distanciarnos. Yo tomé la clase de religión, en cierto modo escuchar al profesor Juan hablando de las enseñanzas de la Biblia lograba calmarme de mis pensamientos oscuros. Hace tiempo que había dejado de considerar el mundo algo tan simple como día y noche.
Pero estaba seguro de algo: ¡yo no era una buena persona!
Un día, mientras el profesor nos estaba hablando de las enseñanzas de Pedro, no podía quitarme la idea de la cabeza de apuñalar el ojo derecho de mi compañero de al lado con un bolígrafo.
Así que terminé escapando al baño, ya ni siquiera recuerdo si pedí permiso. Al llegar me encerré y abrí el grifo para sumergir mis manos en el agua, para luego mojarme la cara.
Entonces me di cuenta de que no estaba solo. De uno de los cubículos venía un olor extraño, no el olor desagradable del baño, sino olor a humo.
De pronto, de ese baño salió un chico de unos quince años. Era muy alto y tenía el cabello de color café claro muy despeinado, y unos bonitos ojos azules. Pero lo que más llamó mi atención es que tenía un cigarrillo en la mano, uno que lanzaba humo y estaba casi totalmente terminado.
Eso me asombró tanto que no pude dejar de mirar al chico, no podía creer que en un colegio como ese un chico se hubiera atrevido a traer un cigarrillo.
—¿Qué pasa? —me preguntó el chico. No me había dado cuenta de que me lo había quedado mirando.
—N... nada —contesté nervioso antes de intentar irme, pero ese él me sujetó del brazo. Tuve miedo de que me golpeara o me intentara robar a pesar de no llevar dinero.
Pero él solo me preguntó:
—¿Quieres probar un poco?
Me asusté al oír eso, se refería al cigarrillo.
Quería negarme de inmediato, pero ese chico me asustaba, era atractivo pero tenía un aura amenazante. No sabía qué hacer.
Pero el muchacho no esperó mi respuesta y sacó de una pequeña caja un cigarrillo nuevo y me lo puso en la mano. Yo no quería hacerlo, pero me sentía atrapado. Entonces el chico sacó un encendedor, y yo pensé que solo le haría caso y luego volvería a mi clase de religión.
El fuego se acercó al cigarrillo, lo que no sabía sería que ese sería mi primer acto de rebeldía, el primero de muchos que vendrían después.
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Lo Que El Mundo No Te Cuenta Del Toc Y La Religión, Isaac
Teen FictionIsaac , Sinopsis Isaac es un joven de 18 años que lucha con un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) desde la infancia. criado por su abuela y su madre, su vida ha sido una batalla constante entre su devoción religiosa y las voces intrusivas en su m...