Capítulo 4 Yael

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Como si se hubiera tratado del milagro que le pedí a Olorun, el dios de mi madre, fue la semana siguiente a mi petición cuando conocí a la persona que liberaría mi alma de mi tormento. Ese fue Yael. Él no solo fue mi salvador, también se convertiría en mi maestro.

Al curso de Cristal , se había unido un nuevo estudiante cinco años mayor que yo. De inmediato llamó la atención no solo de su curso, sino de toda la escuela. No era un chico de 15 años como los demás, era todo un rebelde. Llevaba su cabello pintado de color azul turquesa, lo que, aunado a sus ojos de diferentes colores, sorprendía a todos los que lo miraban. Nadie sabía por qué en esa escuela tan cristiana y conservadora ningún maestro le llamaba la atención. Por lo que comenzó a circular el rumor de que venía de una familia rica e influyente, además de ser el único chico que tenía un nombre judío. Hacía lo que quería, pero no usaba su poder para molestar a los más débiles; al contrario, siempre era simpático y a todos les caía bien. Todos los chicos lo envidiaban y las chicas estaban obsesionadas con él.

Un día viernes, una clase de religión coincidió con la visita de los mayores. En esa escuela era común que los mejores alumnos de cursos avanzados fueran a cursos menores a ayudar al profesor a explicar lo que debía enseñar en esa materia. Se suponía que era para promover el compañerismo o algo así.

Ese día fueron justamente Cristal y Yael los que asistieron a nuestra clase, Sarah casi da un grito de alegría al ver cómo su amiga  entraba a nuestro salón.

Estábamos cerca de Semana Santa, por lo que ese día íbamos a estudiar en clase de religión la pasión de Cristo, uno de mis temas favoritos y también el de Sarah.

El maestro nos explicó todo lo que se recordaba en Semana Santa: la última cena, el via crucis e incluso nos enseñó una película de Jesús que era demasiado sangrienta para mi gusto. Incluso Sarah se tuvo que tapar los ojos en más de una ocasión.

Ese día, Sarah tendría que quedarse hasta tarde en la escuela para repasar matemáticas con la psicopedagoga de la escuela. Yo me quedaba para esperar a que terminara e irnos juntos a casa, y entonces mataba el tiempo libre en la biblioteca, uno de los pocos momentos de paz que tenía en medio de toda mi pesadilla, pues Benjamín ya no estaba para molestarme y podía relajarme leyendo los libros que quisiera.

Pero ese día no estaría solo, pues me encontré con Yael sentado leyendo un libro. Me sentí nervioso al estar cerca de él, por lo que decidí ir al otro lado de la habitación a leer tranquilo, pero parece que él no estaba de acuerdo con esa distancia, ya que me saludó.

—Hola —me dijo—. ¿Cómo te llamas?

Me sentí halagado de que alguien como él quisiera hablar conmigo, así que le respondí.

—Soy Isaac —me presenté para luego explicarle por qué estaba en la biblioteca.

—¿Tú y Sarah son medios hermanos o algo así? —me preguntó.

—No —le contesté—. Bueno, somos casi como hermanos. Nos conocemos desde muy pequeños ya que mi madre trabajaba en su casa.

Conversamos por un rato hasta que, repentinamente, Yael se echó a reír como si se le hubiera ocurrido algo sumamente gracioso. Me sentí confundido cuando finalmente dijo:

—¿Recuerdas la película que tu profesor les puso hoy en clase de religión? —dijo entre risitas.

—Sí —le contesté mientras intentaba buscar un libro que leer en los estantes.

—¿De verdad te gustó? —preguntó con voz incrédula.

—Claro que sí —le contesté con más firmeza.

—Pues yo pienso que es horrible —dijo Yael después de un rato de silencio.

Eso me confundió. ¿Por qué alguien le diría "horrible" a una película sobre nuestro Señor Jesucristo?

—¿Por qué lo dices? —pregunté.

—No sé por qué hay que mostrar cómo un hombre que murió hace miles de años fue ejecutado supuestamente por nuestros pecados.

—¿Qué?! —exclamé sin creerme lo que estaba escuchando. ¿Cómo alguien podría decir "supuestamente" por nuestros pecados?

—Claro que sí —continuó él—. Las personas de hoy en día prefieren enseñarles a los jóvenes el dolor que un "mesías" sufrió por ellos, en vez de hablar de sus enseñanzas y sus virtudes. Todo es porque quieren que se sientan especiales, pero sobre todo culpables, porque lo que los poderosos necesitan son personas asustadas y débiles, que no se atrevan a desobedecer por miedo al castigo eterno. No quieren personas listas que se cuestionen por qué creen en lo que creen, sino corderos dispuestos a obedecer y que ni siquiera se cuestionan por qué odiar a los judíos, si su mesías transmitía amor; o por qué rechazar a las personas de piel oscura, si su propio mesías era moreno; o por qué rechazar a los judíos, si su propio mesías y todos sus seguidores lo eran.

Me quedé impactado con las palabras de Yael. Prácticamente no había comprendido ninguna palabra, pero podía sentir sus intenciones. Estaba atónito y no sabía qué decir. ¿Cómo podría ser posible que la historia de Jesús fuera solo una forma de volver débiles a las personas?

Entonces me fijé en la hora y me di cuenta de que Sarah ya debía salir de su sesión con la psicopedagoga, así que me despedí de Yael y la fui a buscar.

De camino a casa, solo pude reflexionar sobre las palabras de Yael, hasta que me di cuenta de que por primera vez en meses ya no había pensado en Benjamín o en lo que me pediría el Espíritu Santo.

Yael había logrado que me olvidara de todo.

Lo Que El Mundo No Te Cuenta Del Toc Y La Religión,  Isaac Donde viven las historias. Descúbrelo ahora