Capítulo 31

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"Me enseñaste de todo pero no a soltarte" -lmdlm.

¿Quién se repone de esto? ¿Quién puede seguir después de haber sido asesinado?...

Al recuperar el conocimiento, me encontraba en una habitación. Miraba en cada dirección que podía. Analizando, recordando, Lorenzo está a mí lado, su pierna moviéndose en ese tick nervioso. Me siento y mis párpados pesan.

-Pequeña...

-¿Qué pasó? -murmuro desorientada.

-Te desmayaste, sufriste un colpaso debido a una reacción fuerte.

Y ahí vuelvo

El cadáver del señor Argent, la morgue....

-El señor Argent....

-Lo están preparando -comenta con delicadeza-. Después de ello, será quemado.

Él está bien. Esto es sólo una pesadilla. Él está en casa. Está a salvo...

¿Verdad?

La negación es la mentira más cruel que puede existir. Por muchas pruebas que coloquen ante tus ojos, si ella se niega a creerlas. Dolerá como una bara de hierro atravesándote la piel.

Pestañeo varias veces para mirar a la puerta. Mi visión se nubla y caigo en el limbo. Ese viaje astral donde eres tú y tu mente. Tu contra tí mismo. El tiempo retrocede, recordandome que nada será igual.

Las lecciones, las malas caras, las risas, los llantos, las súplicas. Las salidas de casería. Las reuniones. Nuestros momentos en el laboratorio. Disfrutar como padre e hija. Esos ojos azules fueron cerrados, para jamás volver a mostrar su oscuridad. Esos ojos demoníacos que amaron, hirieron, forjaron, vieron crecer, vieron morir. No volvería a verlos. Esas sonrisas fugaces, pequeñas, amargas, tampoco las iba a presenciar. Su voz, esa voz viril, ordenando, retando, gritando, riñendo. No sería escuchada.

-¿Shein?.

Salgo de la habitación con el alma echa trizas. Las enfermeras pasan por mi lado, mirándome con preocupación. No me detengo. El llanto incrementa al estar más cerca de la morgue. El corazón se marchita. Se seca. Cómo las flores al ser arrancadas. Reacciono al escuchar una sirena, sin embargo. Caigo de nuevo a la memoria.

Entrené para matar. Para mentir. Para engañar. Para aprender sobre las mafias....

No me entrenaron para esto...

Un chico choca mi hombro y lo miro por un instante. Volver a unas horas, saber que hace un día estábamos felices en canarias. Celebrando. Lejos del caos. Aislados. Hace que me tiemblen las manos. Giro por dos pasillos hasta llegar a la habitación donde estaban prerando el cadáver de mi padre. Bruno está sentado en una de las sillas de espera.

Entro sin tocar. Sin avisar. Los forenses ordenan que salga, que no puedo estar ahí. Veo cómo drenan el cuerpo, dejándolo más vacío. Apago la maquina y me acerco al cuerpo. Grito al personal que salgan, que abandonen el área. Bruno me ha sujetado, tratando de sacarme.

Luché, persisti y me quedé....

Al lado del cuerpo de mi papá

Por muchas peleas. Diferencias. A pesar de llevarnos mal en el inicio. Lo supe querer. Aprendí a hacerlo feliz. Así como el a mí.

-Despierta -digo con la voz estrangulada-. Levántate y dime qué vamos a casa. Grítame, riñe, pero abre los ojos.

Su cuerpo está helado. Sus párpados cerrados. Sus labios blancos. Ya no tiene un corazón que bombee sangre al sistema. Mi brazo rodea su torso. Y veo el agujero en su pecho izquierdo.

2:Argent [El origen de la muñeca]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora