Dos caras de una moneda

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Davos corría por el bosque, presionando con fuerza su mejilla para detener la sangre que fluía. La lluvia no le dejaba ver con claridad el camino, y el lodo le impedía avanzar con rapidez. Su visión se nublaba y los árboles parecían girar a su alrededor. Desesperadamente, intentó aferrarse a una rama que se cruzó en su camino, pero esta se rompió bajo su peso y lo hizo caer violentamente al suelo. A pesar de sus esfuerzos por levantarse, su cuerpo ya no le respondía. Finalmente, resignado, cerró los ojos.

La noche no tardó en hacerse presente y con ella su notable ausencia en Raventree Hall.
Se informó sobre la pérdida del ganado. Benjicot fue el que recibió la noticia por parte de los granjeros ya que cuando vieron que su hermano no llegaba se aventuraron a investigar por su cuenta.

"El ganado estaba suelto en nuestro territorio y nadie lo cuidaba. Ahora es nuestro" Fue lo que dijeron los Bracken.

Benjicot puso sus manos en su cara mostrando una visible frustración. Le había otorgado nuevamente su confianza a Davos y este la había perdido con tanta facilidad. Sabía que ahora era su problema porque su padre le había dejado en claro que si quería darle una segunda oportunidad a ese "caso perdido", como ahora él se refería a Davos, Se haría responsable de absolutamente todas sus acciones. Se maldijo a sí mismo por aceptar esos términos.

La lluvia seguía intensificándose, pero eso no detuvo a Benjicot en la búsqueda del idiota de su hermano. Seguramente estaría en alguna taberna ahogándose en copas o en algún burdel intentando demostrar su hombría. Buscó en cada rincón posible, pero no lo encontró por ningún lado. La preocupación empezó a apoderarse de él. De repente, su mente le jugó una mala jugada al lanzarle una pregunta que cambiaría el rumbo de su búsqueda. Podría ser posible que... Tragó saliva y negó con la cabeza al plantearse esa idea, pero al no encontrar ninguna señal de su hermano, la posibilidad de que los Bracken lo hubieran secuestrado no parecía descabellada. No encontraba otra explicación lógica.

"Hijos de puta", murmuró entre dientes mientras pedía un caballo. Se dirigía solo hacia el Seto de Piedra, sin más respaldo que sus propios pensamientos. Intentaba calmar su furia, pero era inútil. Si era cierto que su hermano estaba en manos de los Bracken, los mataría. Avanzaba por el bosque, vigilando a los lados para asegurarse de que nadie lo siguiera. La oscuridad reinaba, solo interrumpida por la luz tenue de la luna que iluminaba sutilmente su entorno, cuando algo en su camino captó su atención.

El aroma a tierra húmeda, madera vieja y... sangre

Descendió de su caballo, empuñando su espada mientras buscaba el origen de ese perturbador olor. Avanzaba con sigilo, escuchando el crujir de las hojas bajo sus pies. Soltó su espada al descubrir la fuente: Davos yacía recostado en el lodo, inmóvil. Benjicot corrió hacia él con rapidez. Se arrodilló junto al cuerpo de su hermano cuando un relámpago cayó del cielo, iluminando una herida mortal en la mitad de su rostro. En ese momento, Benjicot sintió algo que no había experimentado desde hace mucho tiempo. Miedo

Tembloroso, Benjicot acercó su oreja al pecho de su hermano, rogando en silencio por algún latido de vida que confirmara que Davos aún estaba con él. Los débiles latidos resonaron en sus oídos, trayéndolo un alivio momentáneo pero vital.

Tomó a Davos con delicadeza en sus brazos para subirlo a su caballo. Iba a toda prisa de regreso a Raventree Hall mientras hacía presión en la herida abierta de su hermano que por más que lo intentaba no dejaba de seguir fluyendo la sangre

Al llegar la escena parecía una auténtica historia de terror. Benjicot ensangrentado y Davos apenas respirando. Ambos estaban empapados por culpa de la lluvia. Los sirvientes no tardaron en ofrecer su ayuda a lo que Benjicot se negaba y solo ordenaba a gritos que buscaran al maestre para que atendiera a su hermano de manera inmediata.

Al recostarlo en su cama puedo sentir cómo respiraba con dificultad.

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