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Cambiar el pasado.
¿Qué podría salir mal?
La princesa Red del País de las Maravillas y su nueva al...
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Un golpe de estado, Red tuvo que haberlo visto venir.
Su madre, la reina de corazones elaboró todo el ataque a Auradon desde que aquella carta llegó a las puertas de su palacio en el país de las maravillas.
— Madre, esto es una locura, incluso para ti. — replicó Red, se sentía impotente, su oportunidad de poder forjar su propio camino le había sido arrebatada una vez más, jamás había estado tan cerca. — Esa era mi invitación, mi escuela y mi vida. — La reina de corazones solo podía observar a su hija de arriba a bajo, como si estuviese analizando todas las fallas que mostraba Red en ese momento.
— ¡Basta, Bridget! Eres mejor que esto. — la voz de una mujer con largo cabello azul y vestido plateado rompió el silencio que se había formado en el patio central de la escuela. — Se que sufriste mucho, pero eso pasó hace mucho tiempo. Solo fue una estúpida broma.— insistió la mujer, usando un tono de voz mucho más suave que al inicio. Se trataba de la reina Cenicienta.
— Podría perdonar una estúpida broma. Pero humillar a una chica en su primer baile y frente a toda la escuela.— los ojos de la reina de corazones estaban cristalizándose. — Me convirtieron en un monstruo, Ella. ¿Y dónde estabas tú? Con Encantador. —
— Bridget, por fav- — Cenicienta no pudo continuar cuando La reina roja soltó un grito que sacudió a todos los presentes. — ¡SUFICIENTE! Tal vez no te importo en ese entonces, pero ahora haré que si. Todos van a mostrarme el respeto que me merezco, empezando contigo.— finalizó mientras extendía su mano frente a Cenicienta. La reina roja solo dijo una palabra que hizo que la tensión aumentara. — Arrodíllate.—
Red y junto con todos los otros alumnos y sus padres estaban atónitos, sin embargo, Cenicienta se mostró firme ante tal demanda y dijo — Nunca me arrodillaré ante una tirana.— esa fue su respuesta.
La princesa Red sabía el resultado que implicaba rebelarse contra su madre. Cenicienta no tendría un final feliz. — Por favor, lo único que debe hacer es jurar lealtad. ¿Es tan difícil?— la voz de la princesa sonaba temblorosa, estaba dudando.
— Si eso implica ir contra mis principios, entonces si.— respondió Cenicienta con la frente en alto.
La reina roja se aproximó hacia su rival. — Muy bien. Tomaste tú decisión. — le habló a Cenicienta casi como en un susurro. — Que esto sirva de lección para todos aquí. Arrodíllense o sufrirán las mismas consecuencias que Ella.— todos estaban en silencio, la tensión aumentaba y la sonrisa que comenzó a formarse en el rostro de la Reina de Corazones era inquietante. — ¡Guardias! ¡Córtenle la cabeza! —
El pánico inició, los guardias de la reina roja tomaron a Cenicienta y la llevaron fuera de la vista de todos.
— ¿Mamá? ¡No! ¡Por favor! ¡No! ¡Mamá! ¡Suéltenla! — la voz de una chica surgió del mar de gente frente a Red y la Reina.