Así que no te queda otra que obedecerme, andando.
Las palabras de Jack resuenan una y otra vez en mi cabeza al igual que el recuerdo del suave roce entre nuestras narices. Cada acercamiento, cada roce, cada momento compartido, por insignificante que sea, se vuelve más intenso que el anterior. La más leve caricia de sus dedos largos y fríos me estremece y atormenta, como aquella vez en la sala de reuniones. Sólo los dioses saben las veces que se vuelve a repetir una y otra vez ese momento en mis pensamientos, como un anhelado recuerdo grabado en la piel.
La tarde va llegando a su fin, y una tenue luz rosada y amarilla comienza a bañar las calles del reino. Me ciño a seguir a Jack, quien camina decidido y con paso ligero a mi lado. Tan sólo espero que no se note demasiado lo complicado que me resulta mantener el ritmo de sus largas y fuertes zancadas. Levanto la vista del suelo adoquinado de piedra que parece haber captado toda mi atención desde que hemos dejado a Sophie y le miro:
- ¿A dónde vamos?
- A un sitio privado que sólo unos pocos podemos ir. - responde confiado, con 'sólo unos pocos' entiendo que significa 'sólo los Capitanes de Orden', y como mucho, gente de la nobleza o alto estándar.
Me doy cuenta de que mis cejas se han arqueado porque no sé si esa respuesta me ayuda o simplemente me genera más preguntas.
- Keh keh, ¿te fías de mí para desnudarte y desfilar delante mía pero no para llevarte a cenar a un sitio privado?
Le mato, definitivamente le mato.
- Decir eso no te deja en muy buena posición que digamos - contesto, con toda la serenidad que mis cuerdas vocales me permiten - y que me fíe de ti es altamente cuestionable, Capitán.
Los pómulos de Jack se alzan cuando vuelve a reírse y sus ojos dorados se topan con los míos.
- Yo confío en ti... - murmura con voz ronca - ... a pesar de que eres tú quien quiere arrancarme la cabeza. - dice, guiñándome su ojo izquierdo haciendo que mi sangre empiece a hervir por mis venas.
- Eres insoportable.
El camino de adoquines continúa y se pierde más allá de las pobladas calles. Atravesamos un sendero iluminado por la cálida luz de las farolas flanqueado de bancos de piedra por toda su extensión. El atardecer se va consumiendo poco a poco y ya son muy leves los tonos rosados que se dejan percibir entre la naturaleza a nuestro alrededor. Empiezo a notar el cansancio en mis pies, pues las botas de mi armadura no son el calzado idóneo para andar por aquí. De todas formas, no le doy mucha importancia. El sendero que recorremos es precioso. Los altos árboles prácticamente cubren el cielo sobre nuestras cabezas y varias ramas se entrelazan de un extremo a otro. Los distintos tonos verdes que inundan el lugar, la ardilla que acabo de ver saltando de una rama a otra, el canto de varios tipos de pájaros resonando en una misma melodía, me llevan a mil sitios imaginarios con los que soñaba cuando era más pequeña, y con los que a día de hoy, sigo soñando despierta.
- Ya hemos llegado.
La voz de Jack me saca de mi ensueño y vuelvo mi atención hacia donde él está mirando. Al final del sendero, en lo alto de la colina, se alza un edificio de piedra escondido y rodeado por la naturaleza. Por un momento, parece que todavía sigo inmersa en el mundo mágico que estaba imaginando; ese lugar parece formar parte de él.
- Sabía que te gustaría...-murmura Jack, antes de avanzar un par de pasos y extenderme su mano, que miro, sin saber muy bien si puedo hacerlo -... ¿vamos?
Sin apartar su mirada dorada, mi mano se encuentra con la suya, y él gentilmente entrelaza sus dedos con los míos. Mi estómago vacío se encoge por su frío contacto y mi pulso se encabrita. Aprieto su mano en un intento por aferrarme más a esa sensación heladora y cálida al mismo tiempo. Igualo mi paso con el suyo, a su lado, y un arco cubierto completamente por la vegetación nos da la bienvenida, mientras un camino de piedras con pequeños tramos de escaleras nos guía hacia la entrada. Esta vez soy yo quien no puede apartar la vista de cada detalle que adorna ese lugar, y el aroma a agua salada llena mis pulmones. Puedo escuchar el sonido de las olas del mar rompiendo contra la piedra en el acantilado y lo único que me distrae de ello es el hecho de que nuestras manos acaban de separarse.
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Desquicio.
FanfictionMi nombre es Lilith y, desde hace seis meses, formo parte de la Orden Mágica de las Rosas Azules. Me dispongo a contar la historia de cómo conocí al responsable de mi mayor quebradero de cabeza, el mismo que hizo que perdiera mi rumbo deliberadament...