Capítulo XII

94 11 22
                                    


- ¡Feliz cumpleaños, mi Capitana, mi princesa, mi amor, mi flor!

- ¡Lilith me estás asfixiando! - protestaba Charlotte mientras se esforzaba por quitarme de encima suya.

- ¡No seas estropajo y aguántate!

Me había presentado en su habitación temprano con café, fresas y sus dulces favoritos para felicitarle el día de su cumpleaños como es debido. Había llamado a su puerta y había entrado sin esperar a que me diese el permiso de hacerlo. Y francamente, me aterroricé y por un segundo tuve pánico de encontrarme al Capitán Yami ahí, despatarrado, sobre las sábanas de la misma forma en que vino al mundo pero, gracias a los dioses, estaba sola en su cama. Los primeros rayos de sol estaban empezando a iluminar la habitación cuando mi amiga hacía su mayor esfuerzo por enfocar con la vista adormilada quién estaba hablándole desde la puerta. Y, cuando finalmente me vio, soltó un bufido mañanero y se cubrió la cara con la almohada. Ya estoy curada de espantos en cuanto al carácter de perros que tiene nada más levantarse pero hoy me importaba entre poco y nada, sinceramente. Así que, dejé la bandeja en el aparador de madera que hay nada más entrar a su habitación y me abalancé sobre ella sin pensarlo.

- ¡Déjame respirar!

- Respirar está sobrevalorado. - expreso, sin soltarla.

- Me vas a ahogar en mi cumpleaños, así no te estoy educando.

- Eres una cascarrabias por la mañana, Capitana.

- Sí, al igual que tú - menciona intensificando el abrazo, más despierta - ahora dame mi desayuno.

Con mi objetivo cumplido de molestarla a primera hora, me levanto de la cama y acerco la bandeja hacia la mesita de noche que tiene Charlotte a su lado. Sirvo un par de tazas de café y vuelvo a sentarme con ella en la cama, quien ya está disfrutando de uno de los bollitos de crema, sus favoritos.

- ¿Sabes? por un segundo he entrado en pánico.

Charlotte hace un sonido con la garganta sin hablar para no derramar nada del bollito sobre las sábanas.

- A ver qué hago yo si entro y te encuentro con Sukehiro en la cama, Dios, me da un infarto y a ti otro. Para la próxima vez lo pienso mejor.

Se termina atragantando y aprovecha para incorporarse más erguida en la cama mientras me limito a remover mi café, esperando que no me tire una almohada y ponga todo perdido.

- ¡No sueltes esas cosas tan a la ligera!

- Pasará tarde o temprano y para cuando eso ocurra espero que hayas puesto un cerrojo en esa puerta, señorita.

Charlotte, a pesar de los tonos rosados del amanecer en su rostro, estaba roja por la vergüenza y juzgándome con la mirada, pero se mantuvo digna sin decir nada y siguió saboreando su segundo bollito de crema.

- Sigo pensando que son mejor los de chocolate. - menciono dando un bocado a uno que le he robado.

- ¿Crees que se acordará?

- ¿Yami? seguro que sí, es un tozudo sin arreglo pero por la cuenta que le trae más le vale que así sea.

Consigo sonsacar una sonrisa tímida en su bonita cara. A veces, la odio de verdad por ser de ese tipo de personas que, hasta despeinada y recién levantada, se ven radiantes y preciosas por la mañana.

- Quién sabe. - expresa removiendo su café - por cierto, ¿qué tal ayer con Ripper? Empieza a hablar.

Apenas menciona a ese susodicho, esbozo una sonrisa en mi rostro de manera casi involuntaria. Charlotte abre más sus enormes ojos azules y la expresión que pone me hace pensar que se está imaginando cosas que no son.

Desquicio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora