Capítulo XIV

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- Que conste en acta, jefa, me parece fatal que no vayas a bailar conmigo la primera pieza lenta de la noche.

- Ah Li, por favor. —protesta Charlotte con una sonrisa de felicidad en su rostro.

- Vale que yo no tenga esos músculos enormes y esa piel bronceada al ardiente sol pero que sepas que esto me duele aquí, justo aquí. —replico, llevándome una mano al corazón.

- ¿Te quieres callar ya? ¡No me lo recuerdes!

A la Reina de las Espinas se le están empezando a poner las mejillas y la nariz de un color rosado y dudo mucho que sea por la copa de vino que tiene en la mano. Evidentemente, ha aceptado la propuesta de Yami de bailar con él y ahora está en ese momento de después, intentando asimilar que va a tener un baile lento con el Capitán de los Toros Negros y tiene que sobrevivir para contarlo.

- Hazme el favor de tomarte eso de un trago, Reina, luego me lo agradecerás.

Ella mira su copa no muy convencida para después brindar conmigo y beber todo su contenido del tirón.

- Está bien, mucho mejor.

- ¿Ves? te lo dije.

Al instante, las chicas enseguida se acercan a nosotras y prácticamente nos arrastran con ellas para empezar a bailar, todas juntas y unidas en mitad de la pista, como siempre, haciéndola nuestra. Apenas nos basta un pequeño momento para perder cualquier tipo de miedo o vergüenza y dejarnos llevar por la música. Entonces volvemos a ser las chicas normales que somos otra vez, y no sólo las guerreras que portan la capa azul de las Rosas. Al igual que Charlotte, que olvida su rol de Capitana y es una más, como siempre lo ha sido.

Le sostengo de la mano y ella me sigue sin dudar. La levanto para hacerla girar un par de veces al ritmo de la música y ella hace lo mismo conmigo. Empezamos a disfrutar bailando juntas y nos reímos cada vez que intentamos coordinar un paso y nos sale completamente del revés. Unimos las manos y las volvemos a separar al poco tiempo. Pegamos nuestros cuerpos y bailamos al son de la música. Charlotte se ríe de vez en cuando y lo hace de manera tan dulce que después le sigo yo. Esto es lo que estaba esperando. Los vítores y silbidos vuelven a hacerse notar porque la Reina de las Espinas está en el centro de la pista teniendo el primer momento de su noche especial con su Orden Mágica, con todas nosotras. Poco después, comienzan a unirse las chicas de los Toros Negros y las Mantis Verdes y, en cuestión de segundos, no tardan en sumarse los chicos de ambas Órdenes Mágicas. Al principio, muchos de ellos parecen inseguros cuando se unen pero enseguida se dejan de lado la timidez. Pronto, el Gran Salón se convierte en una pista de baile perfecta. Los altavoces llenan el aire con música, mientras que las luces de colores danzan por todo el lugar, creando la ilusión de estar en un sitio completamente diferente al que conocemos. Sin embargo, más allá de eso, la decoración vegetal y las inconfundibles rosas azules me recordaban que, sin duda, estábamos en nuestra base, estábamos en casa.

Así seguimos con las siguientes canciones, parando únicamente para recobrar el aliento o para acercarnos a por algo de beber a la barra del bar y volver a brindar al unísono todas juntas.

Nos tomamos una primera ronda de chupitos todo el escuadrón de las Rosas Azules y un instante después, Diane se sonrojó de nuevo cuando Finral pasó a su lado y le dedicó una encantadora sonrisa. Fui testigo de ese momento desde primera fila, y ahora Diane estaba junto a mí, eufórica por ese breve encuentro, casi proclamando a los cuatro vientos, por encima de la música, que el castaño le había sonreído.

- El momento es ahora, así que acércate y báilale como tú sabes. —la animé.

- ¡¿Te has vuelto loca?! —me gritaba, tratando de hacerse oír por encima del estruendo de la música.

Desquicio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora