Capítulo 1: El Viaje (Lucas)

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Desde pequeño soñaba con este momento. Recuerdo estar sentado frente al televisor, viendo a los mejores atletas del mundo competir en los históricos Juegos Olímpicos, soñando que algún día podría ser uno de esos atletas invencibles que se convierten en leyendas, representando a mi país. Y ahora, mientras sostenía la carta de aceptación en mis manos, sentí una mezcla de euforia y alivio. Todo el trabajo duro, las madrugadas, los sacrificios, finalmente habían valido la pena.

Ser seleccionado para representar a Gran Bretaña en los Juegos Olímpicos de París 2024 era un honor inmenso. La carta oficial, con el sello del Comité Olímpico Británico, me había llegado una mañana de marzo. Abrí el sobre con manos temblorosas, mi corazón latiendo a mil por hora. La carta empezaba con las palabras: "Querido Lucas Bennett, nos complace informarte que has sido seleccionado como representante de Gran Bretaña en la disciplina de salto ecuestre para los Juegos Olímpicos de 2024".

No pude contener mis lágrimas de inmensa alegría. Mis padres, que habían estado esperando conmigo, al ver mi expresión, entendieron de inmediato. Nos abrazamos, emocionados y orgullosos. Ellos habían sido mi apoyo constante, mis pilares en cada etapa de mi carrera. Este logro era tanto mío como suyo.

Las semanas siguientes fueron una locura por toda la preparación. Tuve que ir a recibir mi uniforme de gala, un elegante conjunto azul, rojo y blanco que llevaba con orgullo el escudo de Gran Bretaña; y los demás uniformes para poder entrenar o poder presentarme en las competencias de salto ecuestre. Los uniformes estaban hechos a la medida, perfectos en cada detalle. Me miré en el espejo, sintiendo el peso de la responsabilidad y el honor de llevar esos colores en el escenario más grande del mundo y bajo los ojos de todo el mundo.

Mis entrenamientos se intensificaron. Mi caballo, Pakal, y yo pasamos horas perfeccionando cada salto, cada movimiento. Sabía que la competencia sería feroz y que no podía permitirme ni un solo error. Mi entrenadora, la Sra. Harris, fue implacable pero justa, asegurándose de que estuviéramos en la mejor forma posible.

El día del viaje a París llegó más rápido de lo que había anticipado. El Comité Olímpico había organizado una despedida para los atletas en el Aeropuerto de Heathrow. Llegué temprano, con mi equipaje y el uniforme de viaje, una sudadera y pantalones con el emblema del equipo. Pakal había sido transportado por separado en un vuelo especial para los caballos de competencia, y yo la verdad estaba nervioso por cómo manejaría el viaje, aunque ya habíamos hecho viajes más largos a otras competencias.

El aeropuerto estaba lleno de periodistas, familiares y amigos de todos mis compañeros atletas. Era un ambiente eléctrico, lleno de emoción y anticipación. Mis padres me acompañaron hasta la puerta de embarque, abrazándome con fuerza. "Estamos tan orgullosos de ti, Lucas", dijo mi madre, con lágrimas en los ojos.

"Recuerda por qué empezaste", añadió mi padre, dándome una palmada en el hombro. "Y no olvides disfrutar cada momento."

Después de los abrazos y las despedidas, me uní al resto del equipo. Había un sentimiento de camaradería y orgullo entre nosotros. Todos habíamos trabajado increíblemente duro para llegar a este punto, y estábamos listos para darlo todo por nuestro país.

El vuelo a París fue tranquilo. Intenté relajarme, pero mi mente no dejaba de repasar todos los detalles de las competencias que me esperaban. Cuando aterrizamos, nos recibió un grupo del Comité Olímpico Internacional, que nos llevó directamente a la Villa Olímpica.

La Villa era impresionante. Un complejo moderno y bien diseñado, con todas las comodidades que pudiéramos necesitar. Cada país tenía su propio edificio, decorado con los colores y símbolos nacionales. Nuestro alojamiento estaba decorado con banderas y emblemas de Gran Bretaña, lo que nos llenó de un orgullo renovado.

Recibí mi acreditación oficial y una bolsa de bienvenida con recuerdos y artículos útiles para los atletas, como: tarjeta para bebidas de máquina, un teléfono nuevo de recuerdo, unas botellas de uno de los patrocinadores y una bolsita que era un kit de limpieza personal con todos los artículos de los patrocinadores oficiales. Me instalé en mi habitación, compartida con otro compañero de equipo, y finalmente tuve un momento para respirar y asimilar todo lo que estaba ocurriendo.

Aquella noche, mientras me preparaba para dormir, me di cuenta de que estaba a punto de vivir una experiencia única, algo que muchos solo podían soñar. Cerré los ojos con una sensación de gratitud y determinación. Estaba listo para enfrentar cualquier desafío, para competir con todo mi corazón y para vivir el sueño olímpico al máximo.

Un Amor OlímpicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora