Capítulo 17

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Cinco días.

Han pasado cinco días desde la última vez que vio a Giyuu y eso no le tranquilizaba, sobretodo por no saber si se encontraba bien, o tan siquiera vivo. No ha recibido ninguna carta, nada de parte suya para saber si seguía con vida.

La desesperación empezó al tercer día, a sabiendas de que la misión era en un lugar remoto y frío, eso lo ponía todo aún peor y su humor mo ha estado siendo el mejor entre misiones lo cuál ya ha ocasionado varios regaños.

Esperaba que al menos cuando regresase le diesen unos días o al menos horas libres, tenía algunos planes entre ellos entregarle su regalo y tal vez invitarlo a salir como "amigos", teniendo que evitar se vistos por algún conocido. Se sentía bastante motivado respecto a aquello ya que a la única persona con la que ha salido era efectivamente Kanroji.

Habían sido experiencias agradables en aquél entonces que salía con su enamorada ¿Estaba bien decirle así? Pero la diferencia entre uno y el otro era clara Giyuu no era Mitsuri, Giyuu no hablaba hasta por las orejas, no comía cantidades industriales, no era alguien que tenía una sonrisa plasmada en la cara y no te hacía sentir un completo estúpido. Pero su silencio le era agradable, y reconfrontante aunque a cualquiera le parezca que habla con una pared, su mirada azulada que evitaba él por pena y Giyuu, no lo sabe. Además del leve "gusto" que le tomó a sus caricias aunque en público no era algo que se deba notar.

-No te distraigas.

La espada de madera entre las manos ajenas fue estampada con fuerza en su estomago, no pudiendo evitar aquél certero golpe. Retrocedió un par de pasos, sintió la corteza de la madera pulida resvalarse entre sus dedos hasta caer al suelo, haciendo un ruido seco. Cayó de rodillas no pudiendo sostenerse durante un segundo más a causa del intenso dolor y llevó una mano al lugar danañdo, apretandolo como si asi pudiese disminuirlo.

Su cuerpo se hundió levemente en la fría nieve algo que ni siquiera llegó a notar.

Sentía sus tripas revolverse en su interior con cierta brusquedad, tenía ganas de vomitar. Su mirada estaba más borrosa de lo normal, aquél golpe fue demasiado fuerte para su cuerpo.

-Oye- Llamó, agachandose frente a él poniendo la espada en su hombro- ¿Estás bien?

No, no lo estaba, sus tripas se removían, su estómago dolía y su vista se nublaba. Sentía que en cualquier momento su cuerpo caería inerte contra la suave nieve.

-Mm, iré a por agua- Se paró, tirando la espada sin ningún cuidado y caminar a la parte trasera con dirección al pozo- No aguantas nada.

-Tonto- Susurró, sentandose en el suelo, su mirada velada se alzó hasta posarse en las esponjosas nubes.

El día de hoy, sin misiones no podía evitar que su mente se perdiera, pensando en aquellos ojos azules a cada momento. Se negaba a salir ya que esperaba su llegada, intentando ser paciente pero eso era algo que él no tenía. Se sentía solo, no quería admitirlo pero en esos momentos sentía que estaba completamente solo, ingorando la presencia de su compañero reptil.

Sin opciones decidió entrenar con Sanemi. Era algo que hacían de vez en cuando, pero en aquellos momentos más que mejorar con la espada quería  olvidarse que Giyuu por al menos segundos. Y su error fatal fue quitar los ojos de su compañero de entrenamiento y recapitular sus futuros planes. El golpe dolía, era obvio que no se contuvo.

Kaburamaru siseó desde el engawa llamando su atención, quitó su vista del cielo para mirar aún mareado al reptil albino.

La serpiente reptó hasta llegar a él, enroscandose en sus hombros para volver a sisear. Se notaba insistente, miró por sobre el hombro del heterocromático para volver a sisear impaciente.

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