Capítulo 40

66 15 12
                                    

KyungSoo

No le mires.

Si le miraba, perdería la cabeza, y ya estaba a punto de volverme loco. La ansiedad, la culpa y el agotamiento de los últimos cuatro días se me habían metido en los huesos y me habían convertido en un zombi.

Pero no pude evitarlo. Le miré.

Y el corazón se me rompió todavía en más pedazos.

JongIn me miraba tan fijamente que parecía una estatua, si no fuera por el dolor que se reflejaba en sus ojos.

—¿Tuviéramos? —Ese tono calmado y monocorde nunca era buen presagio.

—Fue bonito mientras duró. —Sentí un amargor en la boca al decir las palabras, como si fueran píldoras de mentiras venenosas con las que me alimentaba para aguantar una hora más, o quizás el resto de mi vida—. Pero la gente ya lo sabe. Todo el mundo nos está mirando. No podemos continuar con... lo que sea que sea esto.

—Bonito —repitió en el mismo tono peligrosamente calmado.

—JongIn. —Me apreté los brazos contra el pecho. El personal del hospital mantenía la temperatura en unos veintidós grados, pero al tocarme la piel la noté fría como el hielo—. Por favor, no me lo pongas más difícil.

Por favor, deja que mi corazón se rompa en paz.

—Y una mierda. —Se le habían oscurecido los ojos grises hasta volverse casi negros, y una vena le palpitaba en la sien—. Dime una cosa, príncipe. ¿Lo haces porque quieres, o porque sientes que tienes que hacerlo?

—No siento que tenga que hacerlo. Tengo que hacerlo. —Me atravesó una punzada de frustración, aguda y violenta. ¿Es que no lo entendía?—. Es solo cuestión de tiempo que la prensa confirme las acusaciones. Elin, Markus y mi familia ya lo saben. ¿Qué crees que va a pasar cuando todo salga a la luz?


¡Su majestad!

¡Abuelo!

Hanse, Markus y Elin se acercaron a Seung-woo corriendo mientras yo me quedaba quieto, incapaz de moverme.

Debía ir con ellos. Asegurarme de que estuviera bien.

Pero claro que no estaba bien. Acababa de desmayarse... Por mi culpa y por lo que le había dicho. Porque pensé, por un segundo, que podía tener algo de control sobre mi vida.

Si hubiera muerto, nuestra última conversación habría sido una discusión.

Romperás la relación con él y nunca más volverás a verle o a hablarle.

No.

Algo dentro de mí se marchitó hasta cerrarse en una cáscara.



—KyungSoo...

El sonido de mi nombre, profundo y áspero, chocó contra mi fuerza de voluntad, haciendo mella en algo que nunca había tenido el valor de hacer. No con él.

Cerré los ojos, intentando recordar la versión fría e inquebrantable de mí mismo que mostraba a los demás. La que me hacía sonreír durante horas de pie y saludar mientras me sangraban los pies por culpa de los tacones. La que me hizo caminar detrás del féretro de mi padre mientras contenía las lágrimas hasta que pude hacerme un ovillo en el baño durante el velatorio.

Pero no podía. Nunca había sido capaz de ocultar a JongIn quién era realmente.

Le oí caminar hacia mí. Olí ese aroma limpio y masculino que se había convertido en el aroma de mi hogar a lo largo de los años, porque significaba que él estaba cerca y yo estaba a salvo. Sentí cómo me secaba con el pulgar una lágrima que ni siquiera sabía que se me había escapado.

Torcido 2 | KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora