Muy orgullosa de su linaje de sangre pura y de su apellido Black. Desde pequeña, ha sido criada con ideales de superioridad, lo que la hace arrogante y distante con aquellos que considera inferiores, especialmente los nacidos de muggles. A pesar de...
Al día siguiente, Adhara caminaba por los pasillos de Hogwarts cuando un prefecto de Slytherin se le acercó rápidamente.
"El profesor Snape te espera en su despacho", le dijo con voz nerviosa antes de salir corriendo.
Adhara suspiró, ya sabía que este momento llegaría. Con paso firme, se dirigió hacia las mazmorras, donde el despacho del profesor Snape la esperaba con una atmósfera sombría y opresiva, como siempre.
Al llegar, golpeó suavemente la puerta y, tras un instante, escuchó la voz de Snape. "Adelante."
Entró al despacho, que estaba decorado con estanterías repletas de frascos extraños y velas titilantes que apenas iluminaban el lugar. Snape estaba sentado detrás de su escritorio, con su mirada fija en un rollo de pergamino. Sin levantar la vista, comenzó a hablar.
"Una Black salvando Gryffindors... Qué irónico", murmuró con una sonrisa de lado, aún sin mirarla directamente. Finalmente, levantó la mirada y la clavó en Adhara. "No es tu deber jugar a ser heroína, especialmente cuando lo que está en juego no te afecta directamente."
Adhara, sabiendo que debía mantener la calma, mantuvo su postura firme. "No lo hice por ellos, lo hice porque podía. Y porque..." Hizo una pausa. No iba a admitir que, en el fondo, sentía curiosidad por lo que había pasado con el troll.
Snape entrecerró los ojos, analizándola profundamente. "No importa por qué lo hiciste. Lo importante es que te pusiste en peligro innecesariamente. Eso no es algo que tu familia apruebe."
En ese momento, un pergamino llegó volando por la ventana, entregado por una lechuza negra que Adhara reconoció de inmediato. Era Noir, su lechuza. El mensaje que traía era un pergamino sellado con el emblema de los Malfoy. Snape lo cogió antes de entregárselo a Adhara con una ceja levantada.
"Tu tío parece haber sido informado", dijo con desdén. "Leelo."
Adhara rompió el sello del pergamino y lo desenrolló. Reconoció la caligrafía firme y elegante de Lucius Malfoy:
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"Adhara, Me ha llegado la noticia de tu incidente con ese mounstro. Si bien aprecio que hayas demostrado habilidades mágicas avanzadas para tu edad, no es deber de una Black salvar la vida de cualquiera, mucho menos la de un Gryffindor. Hablaremos cuando llegues a casa. Lucius."
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Adhara dobló cuidadosamente el pergamino y lo guardó en su túnica. Sabía que la carta era una advertencia, no solo de Lucius, sino también de las expectativas que la familia tenía sobre ella.
Snape, que había observado en silencio mientras ella leía la carta, finalmente rompió el silencio. "Espero que entiendas lo que está en juego, Adhara. No eres una heroina. Mantén eso en mente, siempre."
Adhara asintió, sabiendo que sus tíos esperaban grandes cosas de ella. Sin decir más, dio media vuelta y salió del despacho, con la carta de Lucius aún fresca en su mente. Sabía que cuando regresara a casa, la conversación con su tío no sería tan sencilla.
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