Capítulo 33: "¿Valery?"

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Los gritos de horror resonaron a través del auditorio mientras el cuerpo inerte del hombre yacía sobre la alfombra escarlata, su sangre fusionándose con el color del tejido hasta volverse indistinguible. Emily sintió que su corazón se aceleraba, y sus manos, temblorosas y frías, se aferraban al asiento con fuerza desmedida. A su lado, Eidan apretaba su mano con firmeza, ofreciéndole un ancla en el tumulto de emociones que la asaltaban.

El aire se llenó de un tenso silencio interrumpido solo por el sutil crujir de los cristales de las ventanas, que comenzaban a agrietarse bajo una presión invisible. Los rostros de los asistentes se volvieron hacia los ventanales y luego hacia Emily, cuyos puños aún estaban cerrados con fuerza, la confusión y el miedo pintados en sus rasgos.

—Por favor, mantengan la calma —intervino Musker, su voz tratando de infundir tranquilidad en medio del creciente desasosiego. Dirigiéndose a Eidan, agregó—: Señor Gilbert, sería prudente que calmara a la joven o que considerara retirarla de la sala si no desea que la situación escale.

Emily cerró los ojos, tratando de reunir las astillas de su calma dispersa. No entendía completamente cómo sus emociones podrían estar influyendo en el ambiente físico del lugar, pero la realidad de que algo anormal estaba sucediendo no podía ignorarse. Aterrada y enfurecida por la brutalidad que había presenciado, se debatía internamente sobre cómo reaccionar. No podía comprender cómo aquel acto de violencia descarada se justificaba bajo cualquier conjunto de reglas, y deseaba fervientemente que las autoridades intervinieran.

—Emily —la voz de Eidan era suave, casi un murmullo, diseñada para calmar—, necesitas tranquilizarte. Si no lo haces, será más difícil encontrar a Ian y a los demás. Recuerda por qué estamos aquí.

Los murmullos de confusión inundaban el lugar, los presentes preguntándose porque una joven cualquiera tenia poderes y no podía controlarlos.

¿Quién era ella?

Las palabras de Eidan resonaron dentro de ella, recordándole la importancia de su misión. Con un esfuerzo sobrehumano, trató de estabilizar su respiración y aflojar el agarre sobre su propia ira y pánico. Aunque el miedo todavía latía en su pecho, comenzó a sentirse ligeramente más en control, su respiración más regular, mientras intentaba enfocarse en la posibilidad de rescatar a su hermano y a sus amigas, en lugar de en el caos que la rodeaba. A su lado, Eidan la observaba, su presencia un constante recordatorio de que no estaba sola en este oscuro entorno.

En el aire viciado del subterráneo club, la tensión era casi palpable, espesando el ambiente con una pesadez que se pegaba a la piel. Emily, al lado de Eidan, sentía cada latido de su corazón resonar con fuerza en sus oídos mientras contemplaba la cruel realidad de la subasta. Con cada respiración, intentaba reprimir la mezcla de miedo y repulsión que la consumía.

Musker, con una soltura ensayada, continuó anunciando el siguiente lote de la subasta, su voz reverberando con una euforia grotesca que contrastaba brutalmente con la solemnidad de su contenido.

—Nuestro próximo lote incluye a dos individuos excepcionales, aportados por nuestras estimadas colegas brujas —señaló a tres mujeres de apariencia imponente, adornadas con sombreros ornamentados que parecían pertenecer a una era pasada. Sus figuras, tan variadas como sus expresiones, eran casi caricaturescas en su severidad.

El personal del club escoltó a dos figuras encapuchadas al centro del escenario. Con un gesto dramático, les retiraron los sacos de la cabeza, revelando a Ian y Coraline. Ian, con el rostro marcado por cortes y la mirada cargada de un agotamiento profundo; Coraline, por su parte, temblaba visiblemente, sus cabellos enredados enmascarando parcialmente su rostro pálido.

Cenizas del AyerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora