Capítulo 27: "Cuando esté Lista"

2 1 0
                                    


En su habitación, el murmullo de la televisión encendida llenaba el espacio mientras Emily, perdida en sus pensamientos, apenas prestaba atención. Sin embargo, las noticias captaron su atención cuando el locutor comenzó a hablar sobre una serie de desapariciones que ahora sumaban siete. Las imágenes mostraban a familiares desesperados frente a la alcaldía, lugar donde Henry a menudo se ocupaba de asuntos municipales. La comunidad estaba agitada, causando daños al mobiliario público en su exigencia por respuestas sobre el paradero de sus niñas: hijas, sobrinas, nietas.

La mención de las desapariciones trajo a la mente de Emily el recuerdo de Valery, esa niña dulce e inocente cuya ausencia ahora resonaba con dolorosa claridad. Emily se imaginó a Valery a su lado, intentando consolarla. Podía casi oír su voz suave, diciéndole que era una tontería llorar por algo que, en los ojos de muchos niños en orfanatos, sería un sueño. Valery la habría abrazado, contado alguna anécdota ridícula que las habría hecho reír a carcajadas, y quizás se habrían quedado despiertas hasta tarde, cantando canciones de Ed Sheeran, su artista favorito.

Recordar esos momentos solo intensificaba la tristeza de Emily, haciendo que las lágrimas fluyeran más libremente, mezclando la risa con el llanto. Deseaba con todo su corazón que Valery estuviera a salvo, dondequiera que estuviera.

Al día siguiente, Emily no salió de su habitación. Ignoró las llamadas suaves de sus padres en la puerta, rehusándose a comer o interactuar con ellos. Solo permitía la entrada a Ian, quien en varias ocasiones intentó persuadirla de hablar con sus padres, pero ella no se sentía lista. Marie también venía a visitarla, trayendo algo de comida y suavemente intentando convencerla de que hablara con sus padres, pero Emily permanecía firme. Estaba sumida en su dolor y confusión, necesitando tiempo para procesar la cascada de revelaciones y el remolino emocional que las acompañaba.

Charlotte se encontraba sumida en un estado de ansiedad palpable. A lo largo de los años, hubo innumerables ocasiones en las que estuvo a punto de revelar toda la verdad a su hija, pero el miedo a que la historia se repitiese la paralizaba. Ahora que la existencia de la estrella era conocida, sabía que no pasaría mucho tiempo antes de que las preguntas empezaran a surgir. Decidida a tomar el control de la situación, condujo hasta la mansión Gilbert, donde fue recibida por Daphne Gilbert, una vieja amiga.

—¿Por qué decidieron regresar? —preguntó Charlotte, mientras ambas se acomodaban en la estancia, con Charlotte sosteniendo una taza de té entre sus manos.

—Después de tantos años, esperaba una recepción más cálida, Charlotte —respondió Daphne con un toque de sarcasmo matizado por la elegancia y dulzura que siempre la caracterizaban.

—Lo siento, estoy realmente angustiada ahora mismo —Charlotte dejó su taza en la mesa de centro—. Me prometiste que tus hijos se mantendrían alejados de mi hija.

Daphne cruzó las piernas y miró a Charlotte con calma.

—¿Qué han hecho? —preguntó, aunque su expresión no denotaba duda alguna.

—Han llenado su cabeza de ideas y la están perturbando —respondió Charlotte, visiblemente agitada.

—¿Estás segura de que solo son ideas, Charlotte? —Daphne levantó una ceja, insinuando algo más profundo.

Charlotte vaciló, debatiéndose internamente sobre si revelar más o no. No quería que la historia se repitiera y que Emily corriera peligro.

—Ella también es una estrella. ¿Cómo es eso posible? —presionó Daphne al ver que Charlotte no continuaba.

—Yo no fui, fue ella —Charlotte finalmente rompió el silencio—. Ella lo organizó todo, sabía lo que iba a suceder y lo planeó meticulosamente. Quería decirle a [nombre omitido por Charlotte] cuando estuviera lista, pero me aterraba que todo se repitiera y decidí ocultarlo y nunca decirles.

Cenizas del AyerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora