Capitulo 2: Primeras Impresiones

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Xiao Zhan se despertó temprano la mañana siguiente, con el corazón lleno de esperanza y determinación. Después de su torpe encuentro con Wang Yibo el día anterior, estaba decidido a hacer las cosas bien y ganarse la confianza de su jefe. Se vistió con su uniforme de sirviente, ajustándolo cuidadosamente frente al espejo antes de salir de su pequeña habitación.

Al llegar a la cocina, Zhan se encontró con la señora Liu, la cocinera de la mansión. Ella estaba ocupada preparando el desayuno.

—Buenos días, señora Liu —saludó Zhan con una gran sonrisa en su rostro.

—Buenos días, Zhan —respondió la señora Liu también con una sonrisa—. ¿Listo para otro día de trabajo?

—Sí, lo estoy —dijo Zhan, sintiendo un nudo de nerviosismo en el estómago—. Voy a llevar el desayuno al señor Wang.

La señora Liu le entregó una bandeja con una selección de frutas frescas, tostadas y el té favorito de Yibo. —Aquí tienes. Asegúrate de no derramar nada esta vez —dijo con una sonrisa amistosa.

Zhan asintió un tanto avergonzado, tomando la bandeja con cuidado. —Lo haré —dijo un poco nervioso.

Caminaba por el pasillo y se encontró al mayordomo Zan Jin.

—Buenos días, señor Zhu —hizo una pequeña reverencia ante el mayor.

—Buenos días, joven Zhan. Veo que le está yendo muy bien como sirviente del joven amo Yibo —sonrió un poco.

—Sí, me está yendo muy bien y por eso estoy emocionado —sonrió—. Ahora, si me disculpa, tengo que ir a entregarle su desayuno al señor Wang —dio unos pequeños pasos hacia adelante y Zan Jin volvió a hablar.

—Me alegra que esté aquí. Hace mucho tiempo no veía al joven amo tan feliz —dicho eso, se fue, dejando a un Zhan completamente paralizado.

"Zhan: No, no, claro que no es por mí. ¿O sí?" Sacudió su cabeza, dejando de lado esos pensamientos y continuó caminando hasta llegar a la habitación de Yibo.

Cuando llegó a la habitación de Yibo, tocó suavemente la puerta.

—Adelante —se escuchó la voz de Yibo desde el interior.

Zhan entró y vio a Yibo sentado en su cama, revisando unos documentos. La luz de la mañana iluminaba su rostro, resaltando su seriedad y su elegancia natural.

—Buenos días, señor Wang. Le traje el desayuno —dijo Zhan, colocando la bandeja sobre una mesa cercana.

—Gracias, Zhan —respondió Yibo, dejando a un lado los documentos y levantando la vista hacia él—. Siéntate un momento.

Sorprendido, Zhan se sentó en una silla al lado de la cama. Yibo lo observó en silencio por unos segundos, lo vio y otra vez sintió cómo su corazón palpitaba; quería no sentir eso, pero no podía. Zhan lo veía de lado como si estuviera decidiendo si debía hablar.

—¿Te has acostumbrado a la casa? —preguntó finalmente Yibo.

—¿Te has acostumbrado a la casa? —preguntó finalmente Yibo

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Un poco sorprendido por la pregunta, Zhan respondió:

—Sí, señor. Es un lugar hermoso. Aunque todavía me pierdo a veces —admitió Zhan con una sonrisa tímida.

Yibo sonrió levemente. —Es normal. Esta casa es bastante grande. Me alegra que te sientas cómodo.

—Gracias, señor Wang. Haré todo lo posible por no defraudarlo —dijo Zhan, mirando a Yibo con determinación.

Yibo asintió, apreciando la sinceridad en los ojos de Zhan. —Estoy seguro de que no lo harás.

Durante el desayuno, Yibo se relajó lo suficiente como para compartir algunas historias de su infancia y de su vida antes de la enfermedad. Zhan escuchaba atentamente, sintiendo que cada palabra revelaba un poco más del hombre detrás de la fachada fría y distante.

Con un poco de miedo y timidez, Zhan preguntó:

—¿Cómo era su vida antes de enfermarse, señor Wang? —hizo la pregunta, curioso por saber más.

Yibo en ese momento se puso completamente serio y, casi gritando, le contestó a Zhan:

—¡Eso no tiene por qué importarte a ti!—

Zhan bajó la cabeza y, con un tono muy suave, dijo:

—Lo siento, señor Wang. No debí preguntar eso.—

Yibo, todavía serio y molesto, miró a Zhan y vio cómo este estaba con la cabeza baja.

—Zhan, mírame cuando te hablo —Yibo habló en un tono grave.

Zhan alzó la mirada y miró a Yibo. El ambiente era tenso, los dos se miraban sin decir una palabra, pero Yibo quedó hipnotizado con esos ojos cafés que lo miraban. Sintió cómo su enojo bajaba poco a poco y él fue quien rompió el silencio.

—No me gusta hablar de eso, pero te contaré. —

—Si no quiere decírmelo, no hay problema —dijo Zhan todavía con un tono suave.

Yibo suspiró y miró por la ventana.

—Era bastante diferente. Solía ser bastante alegre, sonreía mucho. Algunas de mis pasiones eran estar en carreras de motocicletas, bailar, viajar mucho, conocer gente nueva y hacer negocios en todo el mundo. Pero cuando me diagnosticaron con esta condición, todo cambió. Cuando recién comenzó la enfermedad, no quería que nadie lo supiera, pero poco a poco empecé a cansarme mucho con actividades fuertes. Ya ni siquiera podía hacer una caminata larga. Tuve que adaptarme a una vida más tranquila y resguardada. Ya no quería sonreír, no tenía motivos para hacerlo. Pero llegaste tú y no sé cómo, pero cuando estoy contigo siento que puedo sonreír otra vez —al terminar de hablar miró a Zhan.

Zhan se sorprendió un poco y en sus mejillas apareció un color rosado, pero tratando de controlar su sorpresa, dijo:

—Debe haber sido difícil —comentó, con empatía en su voz.

—Sí, lo fue. Pero aprendí a aceptar mi situación y a encontrar maneras de vivir dentro de estas paredes —respondió Yibo, con una leve sonrisa.

—Me alegra escuchar eso, señor. Haré todo lo posible para que su vida aquí sea lo más cómoda y agradable posible —prometió Zhan.

Yibo asintió, agradecido. —Aprecio tu esfuerzo, Zhan.

⌛𝓛𝓪𝓽𝓲𝓭𝓸𝓼 𝓔𝓽𝓮𝓻𝓷𝓸𝓼 💙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora