El pasar de los días siempre parecía volverse cada vez más lento, desgracia tras desgracia en su vida, tal vez maldecir en voz alta a la otra chica fue lo que atrajo a esto.
Su propio coraje y el karma de su egoísmo la llevaron a perderse a ella misma, y con ello, su propia luz, cayendo en la condena que ella misma había hecho.
Y quizás si había sido su culpa, pero no había sido lo suficiente madura como para aceptarlo, pero tampoco era lo suficientemente tonta para seguir aferrada a un sentimiento que ya no existía.
Entre pasos lentos y algunos recuerdos llenos de nostalgia, llegó nuevamente a esa habitación donde tantas veces estuvo con ella, todos esos dulces recuerdos, se quedaban atrás, justo hace un año...
Levantó la mirada y soltando un suspiro pesado, susurró lo siguiente:
"Hoy, te dejo en libertad, se que no puedo revivir el pasado, mucho menos vivir en el, así que dejaré que vivas en un mundo lleno de brillo, te entrego mi propia luz, para que te ilumines a ti misma, y encuentres todas las felicidades del mundo, ya no formas parte de mi corazón, al menos no en este universo, así que prometo buscarte en mi próxima vida, y no cometer los mismos errores del pasado..."
Y atravesando su propia piel, le entregó su corazón una vez más antes de irse por completo...dejando su propia alma en la oscuridad mientras que a la otra chica, la soltó en ese brillo encantador, que prometía paz y descanso eterno.
