No me arrepiento de lo que hice, aunque no fue mi intención ser expulsada. Fue un momento de rabia, de frustración, de no poder callar más. El colegio de monjas en el que estudiaba era un lugar donde te aplastaban el espíritu, donde te decían qué hacer y qué pensar.
Recuerdo cuando nos mudamos a Bogotá, hace unos años. Mi padre decidió que era mejor para su trabajo, y mi madre estuvo de acuerdo. Pero yo extrañaba Medellín, extrañaba el clima, la comida, el acento. Aquí en Bogotá, todo es tan diferente.
Ese día, durante la misa, la hermana directora, empezó a hablar sobre la sumisión de la mujer. Me puse de pie, mirándola fijamente, sin pensar en las consecuencias.
- ¡Eso es una mentira, señorita! - dije, mi voz resonando en la capilla. - ¡Las mujeres no somos inferiores a los hombres, ¡somos iguales!
La hermana directora me miró con sorpresa y enojo.
- ¡Andrea, siéntate! - me ordenó.
Pero yo no me moví. Quería que alguien me escuchara, que alguien me entendiera.
- ¡Tenemos los mismos derechos que ellos! - seguí.
La hermana directora se levantó, su rostro rojo de ira.
- ¡Andrea, eres una rebelde! ¡No te queremos aquí! - me dijo, como si fuera una mala palabra.
Sonreí sin darme cuenta de lo que había hecho.
- ¡No me callaré! - dije, y salí de la capilla, dejando atrás el colegio y su hipocresía.
Cuando llegué a casa, mi padre me regañó.
- ¡Andrea, ¿qué pasó?! - me preguntó, su voz enojada.
- ¡No podía callar más, papá! - le dije. - ¡No podía soportar más sus mentiras!
Mi padre me miró con tristeza y desaprobación.
- ¡Andrea, debiste pensar en las consecuencias! ¡Ahora estás expulsada! ¡Y qué vas a hacer con tu vida, eh? ¡No puedes ser una rebelde toda la vida!
Mi madre, que había estado callada hasta ese momento, intervino.
- ¡No, Carlos! ¡No le eches la culpa a Andrea! ¡Ella tiene derecho a expresarse y a luchar por lo que cree!
Mi padre la miró con enojo.
- ¡No, Sandra! ¡Tú siempre la apoyas en sus tonterías! ¡Alguna vez tiene que aprender a callar y a obedecer!
Mi madre se puso de pie, mirándolo fijamente.
- ¡No, Carlos! ¡Andrea tiene que aprender a ser fuerte y a luchar por sus derechos! ¡Y yo la voy a apoyar siempre!
Me sentí mal, me sentí culpable. No había querido ser expulsada, solo quería ser escuchada. Pero mi madre me abrazó y me dijo que estaba orgullosa de mí, que había hecho lo correcto.
- No te preocupes mija, vamos a buscar otro colegio para ti. Y no te rindas, sigue luchando por lo que crees
Mi padre suspiró y se sentó en el sofá.
- ¡Está bien, vamos a buscar otro colegio! Pero Andrea, tienes que prometerme que vas a ser más cuidadosa, que vas a pensar en las consecuencias
Le prometí que sí, que iba a ser más cuidadosa. Pero en el fondo, sabía que no podía prometer eso. Sabía que siempre iba a ser una rebelde, que siempre iba a luchar por lo que creía. Y eso me hacía sentir bien, me hacía sentir viva.
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¡𝙇𝘼 𝙋𝙍𝙄𝙈𝙀𝙍𝘼 𝙑𝙀𝙕! | 𝘼𝙇𝙑𝘼𝙍𝙊 𝘾𝘼𝙎𝙏𝙍𝙊
FanfictionLa primera vez que me enamoré... ⇣ Está es mi historia de amor y auto-descubrimiento, ambientada en una época de gran transformación en Colombia. ∘₊✧──────✧₊∘ Andrea, con su sonrisa radiante y su personalidad arrolladora, había sido siempre la herm...