04-Miradas y Suspiros

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Después de la clase de español, no podía dejar de pensar en Álvaro

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Después de la clase de español, no podía dejar de pensar en Álvaro. Me había estado mirando toda la clase y me sentía como si estuviera en una nube. Me gustaba cómo me miraba, con una intensidad que me hacía sentir viva.

En la clase de educación física, Eva y yo nos dirigimos juntas a los vestidores para cambiarnos. Mientras nos quitábamos nuestros uniformes, Eva me preguntó:

-¿Qué pasó en clase de español? La vi mirando a Álvaro todo el tiempo.-

Me sonrojé. -No sé, Eva. Me parece que él me estaba mirando primero. Y es raro, porque lo conozco desde que éramos pequeños, justo desde que llegué a Bogotá.-

Eva se rió. -¿De verdad? ¿Cómo lo conoce?-

Vacilé por un momento antes de responder. -Bueno, es un amigo de la familia. El, mi hermano y yo somos amigos desde hace años.

Eva asintió. -Entiendo. Bueno, no se preocupe por Álvaro. Se ve que es un muchacho chévere. Pero no se deje llevar por sus miradas, ¿eh?-

Me reí. -No te preocupes, Eva. Yo no me dejo llevar por nadie. Pero... me gusta cómo me mira.-

Seguimos conversando mientras nos acercábamos a nuestros compañeros. Al llegar, notamos al muchacho que siempre parecía enojado, hablando con mi hermano Tomás. Luego, a su lado estaba Castro, que a mí parecer se veía muy guapo con su sonrisa y su mirada intensa. También estaban Pabón, Camilo, quien es el compañero de pupitre de Eva, y otros chicos que no conocía bien.

Me sentí un poco nerviosa al ver a Álvaro, pero traté de disimularlo. Eva me dio un codazo y me susurró: "Mire, Andrea, Castro la está mirando y tiene pinta de que no se va a cansar de hacerlo". Me sonrojé y traté de ignorarlo, pero no podía evitar sentir su mirada sobre mí.

—Lo único que nos falta es que terminemos en clases de bordado, o de ballet —dijo el muchacho que siempre parecía enojado, con una sonrisa sarcástica.

—No les recomiendo el ballet —interrumpió Eva —. No, en serio. Es duro, lo digo por experiencia propia. Yo estuve en clases desde los cinco hasta los diez años.

—A ver si nos entendemos, chicos. A Andrea y a mí las vocacionales nos importan cinco. Lo que buscamos es la linea del menor esfuerzo. - hablo Eva

Mi hermano Tomás me miró, pero yo solo me hice la que no lo veía y seguí escuchando la conversación.

- En cambio el bordado es puro recreo - volvió a hablar Eva - papita pal' loro. También lo digo por experiencia propia, así que tranquilos.

- Yo creo que hasta puede ser mejor que el futbol - esta vez, hablé yo.

La clase de educación física había comenzado y Eva y yo estábamos sentadas en la banca, viendo cómo los muchachos jugaban fútbol. Supuse que estaban jugando para impresionarnos, para mostrarnos sus habilidades y tratar de conquistarnos. Pero mientras miraba, me di cuenta de que Álvaro era el mejor de todos. Corría con una gracia y una habilidad que me dejó sin aliento.

Pero lo que me sorprendió aún más fue que Álvaro no me quitaba la mirada de encima. Cada vez que tenía la oportunidad, me miraba y sonreía. Me gustaba la atención que me daba.

Eva me dio un codazo y me susurró: - Andrea, ¿usted si ve cómo la mira Álvaro? Está claro que está interesado en usted, yo creo que hasta está tragado. -

Me sonrojé y traté de ignorarla, pero no podía evitar sentir la mirada de Álvaro sobre mí. Me pregunté si sería posible que un chico como él, tan guapo y tan talentoso, estuviera interesado en mí.

El juego continuó y Álvaro siguió jugando con una habilidad y una pasión que me impresionó. Me di cuenta de que no solo era guapo, sino que también era inteligente y apasionado. Y eso me gustó aún más.

Quité la mirada de Álvaro cuando vi como Camilo era empujado y cayó al piso. Probablemente en otra ocasión me hubiese reído, pero no lo hice en cuando vi que quien había empujado a Camilo fue un man re alto que tenia la propia pinta de matón.

La discusión entre los amigos de Camilo y los de Quiñónes, el matón, siguió escalando. Los chicos se pusieron de pie, listos para enfrentarse, mientras que Eva y yo nos mirábamos sin tener idea de qué hacer.

Finalmente, después de mucho gritar y empujones, se acordó que la pelea se resolvería al día siguiente en el potrero. Camilo, que parecía nervioso, aceptó el encuentro.

Antes de que sonara el timbre para el descanso, Eva y yo nos cambiamos rápidamente en el vestuario. Una vez listas, fuimos al salón y le dije a Eva que se adelantara a salir porque yo tenía que hacer otras cosas. Eva asintió y se fue, dejándome sola en el salón.

Me quedé allí, pensando en lo que había pasado durante la clase de educación física, cuando de repente escuché la puerta abrirse. Me di la vuelta y vi a Álvaro entrando en el salón.

- Andrea - me dijo con una sonrisa. - ¿Qué hace acá sola?"

Me encogí de hombros. - Nada, solo estaba pensando en algunas cosas. -

Álvaro se acercó a mí. - ¿En qué piensa? -

Me sonrojé un poco. - En nada importante. -

Álvaro se rió. -Hágale, Andrea. Usted puede confiar en mí. -

Me miró con sus ojos oscuros y me sentí un poco incómoda, pero al mismo tiempo, sentía unas tremendas ganas de seguir así de cerca, o incluso más cerca. ¿Qué quería Álvaro de mí?

De repente, la puerta del salón se abrió y entró Tomás, mi hermano. Álvaro y yo estábamos muy cerca, hablando en voz baja, y nos separamos un poco al ver a Tomás.

Tomás nos miró con curiosidad. - ¿Qué pasó acá, Andrea? -

Álvaro se encogió de hombros. - Nada, Tomás. Solo estaba hablando con Andrea. -

Tomás me miró. - Andrea, ¿qué hace aquí sola con Castro? -

Me sentí un poco incómoda. - No estoy sola, Tomás. Eva se fue un momento y Álvaro entró para hablar conmigo. -

Tomás asintió. - Bueno. Solo quería asegurarme de que estuvieras bien. -

Álvaro sonrió. - No sé preocupe hermano. Nada más estoy hablando con Andrea. -

Tomás lo miró un momento y luego se fue. - Bueno, nos vemos luego. Aaah y Castro, baje rápido que los muchachos lo están esperando. -

Cuando Tomás se fue, Álvaro se acercó a mí de nuevo. - ¿Qué cree que pensará su hermano de nosotros? - me preguntó con una sonrisa pícara.

Me puse un poco nerviosa. "No lo sé", le dije. "Pero espero que no piense nada malo".

Álvaro se acercó aún más a mí antes de salir. - Andrea, ¿quiere ir al patio conmigo? - me preguntó con una sonrisa.

-No, gracias, Álvaro. Voy a quedarme aquí un rato, pero gracias. -

Álvaro asintió y se fue, dejándome sola en el salón. Me quedé pensando en lo que había pasado y en lo que podría pasar en el futuro. ¿Qué estaba sucediendo entre Álvaro y yo?

¡𝙇𝘼 𝙋𝙍𝙄𝙈𝙀𝙍𝘼 𝙑𝙀𝙕! | 𝘼𝙇𝙑𝘼𝙍𝙊 𝘾𝘼𝙎𝙏𝙍𝙊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora