chapter eleven

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❨ capítulo once ❩⋆So American

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❨ capítulo once ❩

So American

            Logan tenía razón en una cosa. Los pequeños viajes en coche son uno de los placeres de la vida, de esos que le dan sentido. El aire le acaricia el rostro en pequeños susurros y las hebras castañas ondean fuera de la ventanilla. Están ellos dos solos en aquel coche alquilado, un opel corsa rojo. La radio brilla; Hotel California suena a todo volumen.

Al llegar al primer semáforo en rojo se toman un segundo para los dos. Suena el estribillo y se sonríen. A Luis le tiemblan los labios intentando no tararear la canción. La mano de Oscar le acaricia la nuca a través del huevo del cabezal. Le roza los rizos que se ondulan en su nuca con cariño.
—Te queda linda la sudadera— Una sudadera amarilla con una inscripción aleatoria en el pecho. Era de Oscar.
Iban a juntarse todos en un bar frente a la playa. Luis tenía un examen aquel día y Oscar se presentó voluntario para ir a buscarlo. No dudó en tenderle la prenda cuando lo vio con frío, esperando junto a la facultad de biología.

   —Calla— Las manos de Oscar imitan el rizo de su pelo, enredando las hebras entre sus dedos.
   —Es verdad— Luis ríe, con las mejillas encendidas, contrastando con el aire frío de la tarde—Eres tan lindo—Las palabras se enredan, solo están ellos dos en su pequeño opel corsa y nada puede opacar el momento. Nada menos el pitido estridente de un coche.
Oscar pone el suyo en marcha rápidamente. Cuando ya vuelven a estar en marcha le mira de reojo, sonriente. A Luis se le paran los latidos; las mejillas de Oscar tienen un ligero brillo rosáceo, la mandíbula se le marca en exceso al estar concentrado en la carretera y tiene una pequeña sonrisa tonta en la cara. El australiano era todo un poema, uno demasiado bueno para ser corpóreo o para estar escrito por su mano pecaminosa.

   —Es muy malo— Ríe a carcajadas, danzando sus manos por las piernas morenas, que permanecen inmóviles bajo su tacto

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—Es muy malo— Ríe a carcajadas, danzando sus manos por las piernas morenas, que permanecen inmóviles bajo su tacto.
—Pero si te estás riendo bicho— Se incorpora un poco para golpearle el hombro. Un empujón amisto, que hace la risa del menor más prominente.
—Es que— se muerde el labio superior, la vista fija en las piernas de Luis. Entierra los dedos en sus muslos del chico sin hacer excesiva presión —eres tan americano—.

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