chapter two

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❨ capítulo dos ❩⋆cool bikes always get drown

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cool bikes always get drown

   Basta con mirarlo. Una simple mirada a las olas colosales que arropan las aguas calmadas, a las palmeras verdosas hilándose hacia lo alto desde la arena, los colores estallar en el cielo a medida que decrece el sol. California. Uno disfruta de lugares así muy pocas veces en la vida. Un paraíso en vida.
California era hermoso, hasta casi compararse con su país natal. Sus playas recordaban a las saladas arenas bañadas por el cristalino agua puertorriqueño.

   «Esto es una pasada» los tres permanecían enterrados sobre la arena en la intimidad de una misma toalla. Los ojos castaños ojeaban los colores disuadidos en el cielo. Era la tercera vez que hacían aquello esa semana, seis días de la llegada de los australianos a la tierra afrodisíaca de la costa oeste, y aún así el extranjero seguía deslumbrándose con aquella vista pintoresca.
   «Te dije que amarías esto» Logan estalló en una sonrisa de superioridad golpeando el pecho del mencionado. Luis se aguantó las ganas de rememorar los lunares que tintaban el cuello de O cuando lo oyó reír. No lo mires, ni se te ocurra.

«Y eso que aún no ha probado tacos de Mendoza» señaló entonces Luis. Era la primera vez que hablaba en la última hora, excluyendo monosílabos y algún que otro tarareo.
«¿Mendosa?» balbuceó O, trabándose con la z.
«¡Lou! Cierto» Logan saltó al mismo tiempo, golpeando ahora el hombro del puertorriqueño. Aquel idiota tenía que relajarse un poco con tanto puño. Aún así, su alegría decayó al momento en una mueca «¿Crees que aún nos dará tiempo?» torció la boca y enarcó la ceja, inclinándose hacia el moreno.

«Podemos volver a casa por Mayorette» el rostro del rubio brillo ante la sugerencia. Se puso en pie como un resorte:
«¡Vamos Osc, rápido!» exclamó, casi tirándoles de la toalla para recogerla. Una vez lo hizo y corrieron a por las bicis del dúo, se encaminaron por el paseo hasta el mexicano. Luis y Logan siempre comían en Mendoza después de un día de playa, o cuando salían a correr a petición de Sargeant, porque debía entrenar pero no quería correr solo.

Californian BabyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora