chapter twelve

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❨ capítulo doce ❩⋆Anything but wasted potencial

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❨ capítulo doce ❩

Anything but wasted potencial

            No hay un momento exacto que recuerde como 'definitivo'. Quizás el des-enamoramiento ocurrió poco a poco o quizás, para ser más simples, nunca estuvo enamorado como tal.

Juliette recuerda los primeros días como los peores. Luis se encerraba en la habitación y no dirigía la palabra a nadie que no fuera ella. Extrañaba a su madre, extrañaba su hogar. Y Julie era consciente del desagrado profundo que Oscar le infundaba, desconocía la razón, pero sin duda estaba ahí.

            "Vamos a salir" se reclinó contra la puerta, con el pómulo pegado a la madera. El chico estaba tirado en la cama; le rodeaban hojas sueltas, libretas y bolígrafos de colores. Hizo un ruidito desinteresado sin llegar a levantar la vista de lo que estaba leyendo. "¿No quieres venir? Te vendrá bien" Juliette se acercó a la cama, sentando con cuidado a sus pies.
            "Tengo que estudiar, Jules" La rubia torció la cabeza, ojeando el rostro compungido de Luis.

El desagrado por Oscar era casi tan rígido como la persistencia de Oscar por estar con Luis. A priori, no le desagradaba la idea de que Oscar quisiera acercarse a Luis, pero mediante pasaban las semanas las muestras de interés se volvían más persistentes. Oscar solía rozarle sin excusa aparente, le detallaba con la mirada en todo momento; siempre tonteando detrás suya.
Hubo una ocasión en la que fue tan descarado que incluso Logan se quedó boquiabierto. Estaban cenando, conversando sobre las elecciones en Estados Unidos. Oscar le acariciaba el antebrazo de arriba a abajo, con la mirada fija en Luis y mordiéndose el labio inferior. Luis en aquel entonces tenía el pelo muy crecido y cuando se volvió a ver al australiano este le pasó un mechón por detrás de la oreja. A Juliette se le cayó el cigarrillo de las manos y Logan se atragantó con el helado.

Juliette creía que la situación era mala, pero la desfachatez de Oscar no tenía comparación con el que Luis le correspondiera. Empezó poco a poco; compartían un yogurt, Oscar ayudaba a Luis a estudiar, o le pasaba a buscar a la universidad. Después empezaron las miradas y las risas compartidas. Pasaban las tardes juntos, se toqueteaban o se daban un beso en la mejilla por la noche.

            "Gracias" le dedicó una sonrisa dulce a Oscar, cogiendo una de las cucharas. Oscar le sonrió de vuelta, apretándole el hombro.
            "Te ha quedado muy bien el arroz, Julie" ahora se dirigió a la rubia, que los miraba con recelo desde su asiento. Tenía los ojos aguados y reposaba la mano con el cigarro en al frente.
            "Gracias Oscar" murmuró.

            Abordar el tema era el verdadero suplicio. Siempre acababan derivándose a otra cosa o Luis le daba la vuelta al asunto. Se ponía muy tenso cuando mencionaba su relación con Oscar. La tensión también aumentó entre ellos dos; con suerte se daban un poquito una vez al día, y a sus 'te amo' respondían con un insípido 'yo también'.

Incluso tras a ver leído y releído las cartas que Oscar le enviaba era incapaz de mencionar el tema. Se limitaba a doblarlas bien y guardarlas de nuevo en el cajón. Las palabras se quemaban a la circuncisión de su cerebro; tejidas a los bordes y aguantadas con pinzas. La tinta líquida se diluía por su retina, imprimiendo con rabia aquella muestra de amor tan pura. Solía leer las cartas cuando Luis salía. Se escondía en el cuarto y cerraba la puerta. Se escondía como si fuera ella la que guarda un secreto tan repugnante como aquel.

El día que le enfrentó era viernes por la tarde, y estaban solos en casa. Tenía un cúmulo de emociones sujetas al pecho; había suspendido un examen de física aplicada y todavía cargaba la tensión de la pelea que tuvieron anteayer. Por no mencionar que estaban intentando ver una película, pero Luis estaba distraído con su móvil. La luz de la pantalla iluminaba sus carcajadas mudas y el toqueteo continuó en la pantalla le producía arcadas.

"¿Hablas con Oscar?" Cuestionó con un deje sarcástico. El sonido de la película se disolvía entre la respiración de ambos. Luis chasqueó la lengua, volteando a verla con una expresión de fastidio.
"No empieces ¿vale Julie?" frunció el ceño.
"Si os estoy interrumpiendo puedo irme, quizás quieres hablar a solas con tu novio" se incorporó en el sofá, señalando el móvil con cierta intensidad. Luis seguía inclinándolo hacia el lado opuesto, para negarle la posibilidad de vislumbrar los mensajes.
"Deja de decir gilipolleces" Espetó al fin, entrecerrando los ojos.

            "¿Y las cartas eh?" Lo soltó a botepronto, sin llegar a pensar lo que quería decir. La rabia le nublaba la vista y acabó por mascullar a lo que tantas vueltas le estaba dando.
            "¿Que cartas?" Ella rio. Se puso en pie de golpe y caminó a trompicones hacia la habitación. "Juliette" el puertorriqueño le siguió.

            "¿Qué cartas? ¿Es enserio?" Él le observaba revolver el cajón de la ropa interior, revolviendo las prendas. "¿De verdad pensabas que no las iba a ver entre la ropa interior?" Al fin, sacó un cúmulo de sobres yuxtapuestos por un trozo de hilo marrón.

            "¿Qué coño haces rebuscando entre la ropa interior?" Espero con molestia. Luis se acercó de un momento a otro, intentando arrebatarle los sobres.
            "Oh claro, soy yo. Cierto" Juliette negaba, alzando el brazo lejos de él. "Que te jodan Luis, que te den mucho por culo" Se rindió ante los intentos del chico de quitárselos y acabó por tirarlos hacia su pecho.

            "Se acabó" masculló. La rubia ojeaba compungida los rastros de molestia que arrugaban su cara. Luis alzó la vista; sus ojos pardos derrochaban tragedia: "Esto se acabó" le señaló a ella con el dedo índice y con un movimiento tembloroso se lo llevó a su propio pecho.
            "Eres un cabrón" lloriqueó la menor de los Sargeant.

            "Esto no va a ninguna parte ¿no?" Hablaba con una burla que para nada contrastaba la tristeza de sus ojos.
            "No, no va a ninguna parte porque, porque tú..." Le temblaban los ojos y las lágrimas habían empezado a surcar sus mejillas sonrojadas.
            "¿Qué? ¿Yo qué?" Exclamó Luis.
            "No se como puedes hacerme esto" Juliette se desconocía, tanto a sí misma como a Luis. Con las mejillas humedecidas y la respiración entrecortada volvió a cruzar el marco de la puerta. Agarró el primer bolso que vi y empezó a guardar sus cosas.

            "¿A dónde vas?" Cuestionó Luis con tono cansado. A falta de respuesta volvió a hablar:  "¡Juliette!" El grito sirvió para atraer su atención plena. La rubia volteó a mirarle con el rostro devastado.

            "Me voy a casa de Anna" concluyó.








































    🌟
    1128 palabras
     sin revisar

Este es un poco flojo, pero necesario para el siguiente así que 🤝. No se si he conseguido captar bien las emociones pero creo que trasmite bien la idea general.
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Californian BabyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora