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Me bajé del auto y me dirigí dentro de la mansión, para mi sorpresa Sanemi estaba sentado fuera de esta.

Tenía su rostro serio, pero al verme se puso de pie con una sonrisa caminado hacia mi y me envolvió en un abrazo.

- Mi querida Tenchi, tardaste mucho - Susurró en mi oído

- Oh si, se alargó la reunión.

- ¿Por qué hueles a otro hombre?

Mi cuerpo se estremeció ante su pregunta. Mierda.

- Bueno... habían hombres en la reunión

- No me mientas T/n, porque entonces - Se agachó un poco y en un rápido movimiento mis pies no tocaban el suelo - Te tendré que castigar - Completó la frase

- ¿Que haces? - Pregunté asombrada, me encontraba sobre su hombro

- Mi querida Tenchi - entró a una habitación que nunca había visto.

La mansión se había reecontruido bajo mis órdenes, pero nunca había visto esta habitación, se entraba a través del despacho de Sanemi.

La habitación estaba decorada con paredes rojas y como si se tratara de una película, tenía látigos, esposas y otros juguetes sexuales por todos lados.

- No me gustan las mentiras T/n - Me dejó caer en la cama

- ¿Que es éste lugar Sanemi?

- ¿Esto? Oh tu sala de castigos - Me dio una sonrisa macabra que me estremeció toda la piel.

¿Castigos?

Sanemi se acercó a una gaveta y de esta sacó un par de esposas.

Me sujetó las manos en el cabecero de la cama.

- T/n... ¿que haré contigo? - Susurró en mi oido

Me beso en los labios y procedió a arrancarme la ropa de un tirón

Quedándome completamente expuesta. Lo vi acercarse a una mesa y cogio una especie de pelota roja atada a una cuerda con la que me amordazó la boca.

Sacó una venda de seda negra y se acercó a mi rostro

Empecé a hacer sonidos intentando hablar pero el solo me dió una sonrisa macabra y vendó mis ojos.

Lo escuchaba moverse por la habitación pero el no ver lo que hacia me ponía demasiado nerviosa.

Escuché sus pasos acercarse a mi y luego algo frío posarse en mi cuerpo, un hielo.

Pegué un pequeño brinco por la impresión. Comenzó a llevar el hielo por cada parte de mi cuerpo arrastrandolo en mi piel.

Sentir el tacto del hielo frío contra mi, me exitaba un poco. Cuando el frío hizo contacto con mi zona íntima me estremecí un poco.

Se apartó de mi y al poco tiempo se volvió a hacercar poniendo sobre mi piel un montón de... ¿tiras? Algo similar.

Lo movió despacio por mi abdomen haciendome algo de cosquillas y luego

Zazz

Impactó en mi piel haciendome sobresaltar de la impresión

- Mmm

- Vas a aprender a no decir mentiras - Concluyó para volver a azotar

Y una vez más, y otra.

Mis nalgas ardían y algunas lágrimas escapaban de mis ojos. Sanemi se puso sobre mi y levantando mis caderas un poco comenzó a penetrarme.

No podía negar que de la forma más retorcida, me gustaban los azotes. El sexo así en general.

Síndrome de estocolmo //Sanemi Shinazugawa x Lectora\\Donde viven las historias. Descúbrelo ahora