La historia comienza en las sombras del bosque Rojo en Carnival, un pequeño pueblo a las afueras de Seúl. Lo monstruoso acecha desde la cercanía, es más cruda y pudre el alma de quienes se atreven cruzar la inmensidad de aquel lugar.
Cuando Kim Seon...
• Mención de sacrificios humanos, vampirismo, hombres lobos, intento de suicidio, desnudos, violencia, asesinato, lenguaje vulgar y SEXOO.
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Carnival es un lugar misterioso, despertaba en sus habitantes ciertos intereses que serían un escándalo si fueran dichos en voz alta, por eso absolutamente nadie hacía algo ante las extrañezas que sucedían. Eran novedades que se pasaban entre susurros para no llamar la atención de aquellos monstruos con vidas y rostros que asemejan al de los humanos. Lo que evitan mencionar es que, desde que ese muchacho se mudó la situación no hizo más que empeorar, es como si todo aquel capaz de tocarlo o oírlo hablar fuesen parte de algo más grande, y por ende peligroso.
Nadie es ajeno allí. Solo han estado ignorando los estruendos que provenían del bosque, y de los destellos púrpuras que los acompañaban después.
La vieja cabaña estaba sumida en un profundo caos. Las paredes estaban a nada de derrumbarse por los tres cuerpos que se precipitan hacia ellas, objetos siendo arrojados y gruñidos bestiales que resonaban en todo el lugar.
—Eres un bueno para nada—Soobin grito a Yeonjun mientras se resguardaban detrás de la mesa agrietada—. ¡Tenías un solo trabajo! ¡Ahora tendremos que llamarlo a él!
El Beta ignoro las reprimendas, estaba herido, tardaba en curarse y el dolor era agonizante. Soobin lo miró curioso.
—¿Por qué mierda no estás sanando?
—El hijo de puta me cortó...
—Es un rasguño. —replicó.
El rostro pálido y sudoroso de su hermano le decían lo contrario a un simple rasguño.
—La hoja tiene veneno, quizás de Basilisco o un híbrido. —se forzó a responder.
El Alfa se llevó una mano a la cabeza maldiciendo. De todas las estupideces terribles que podían pasar en una pelea contra vampiros era envenenarse. Las posibilidades de ganar se volvieron nulas, y como líder tenía dos opciones; resguardar a su fastidioso hermano mayor o abandonarlo a su suerte y huir como el gran cobarde que no era.
—Dudo que hoy pueda salvarte el trasero. —dijo con la voz entrecortada. La cosa esa estaba surgiendo efecto, sus extremidades ya estaban adormecidas.
Soobin gruñó antes de morderse la muñeca y ponérsela delante. Yeonjun apretó los dientes y miró hacia el charco de sangre que tenía entre las manos. Siempre se ha negado a beber de otro, prefiere ser paciente a que la porquería venenosa de su hermano tocasen su sistema. Pero, también ante ellos había un vampiro. No cualquiera, era de esos que llevaban como distintivo el señorío de las sombras, eran dignos de portar la inmortalidad y los obsequios que vienen con ella. Los antiguos son más letales que cualquier otro. En sus manos huesudas y largas sostenía una daga negra con un Dragón tallado en el mango, «cortesía de Drácula». Si no intentaban salir morirán.
