3. Inconsciente

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Me encontraba sentada en la cama, con la mirada fija en la pared gris frente a mí

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Me encontraba sentada en la cama, con la mirada fija en la pared gris frente a mí. La habitación era pequeña, con una cama individual y una mesita de noche. La puerta del baño estaba cerrada, y la única ventana era una pequeña abertura en la pared que no dejaba pasar mucha luz.

No pude dormir casi nada, el silencio aquí era muy extraño, nadie hablaba, nadie se quejaba, no se escuchan ni los pasos fuera de las habitaciones.

Estuve toda la noche intentando recordar algo, cualquier cosa, era tan extraño no lograr recordar nada... algo que me asusto fue no recordar lo que hice días atrás antes de despertar aquí, había lagunas de algunos recuerdos pero no los contaba como unos, porque no sabía si eran producto de mi imaginación.

Me levanté de la cama para encaminarme hacía la puerta del baño, necesitaba mojar mi rostro, tomé el pomo de la puerta y la abrí, no repase mucho del lugar, solo abrí el grifo y metí ambas manos, recibiendo un escalofrío por todo mi cuerpo al sentir lo fría que estaba el agua.

Me habia vestido con la ropa que habían dejado para mí en el armario de la habitación, no paso mucho tiempo para que la enfermera cuyo nombre era Luz abriera la puerta metálica y me diera la orden de salir junto a ella.

—¿Como estás, Billie?—su voz sonó dulce y tranquila.

—Bien.

Suspiré tratando de tener mis párpados abiertos, estaba cansada, había pasado toda la noche caminando de esquina a esquina en el pequeño cuadrado de habitación.


—Hoy tienes terapia con Avery, —informó Luz al ver que nada saldría de mis labios—. ella es muy buena psiquiatra, Billie. Te ayudará.

Le dí una mirada de reojo, viendo la gran sonrisa que tenía en sus labios, ¿era una sonrisa amable? que tipo de sonrisa era esa, no estábamos en un lugar donde se podía estar feliz.


—¿Terapia?—cuestioné.

Ella asintió, moviendo su cabello castaño.

—Avery hablara contigo, te ayudará a recordar cosas que no recuerdas, no te frustres si no lo haces en la primera sesión,—me miró por unos segundos— todo cuerpo es diferente y necesita tiempo para procesar las cosas.

¿Podré recordar con terapias? era lo que más deseaba en estos momentos, necesitaba progresar para salir de aquí. Necesitaba salir de aquí y hacer mi vida lejos, muy lejos...

—Nos iremos a Rusia a vivir con tus abuelos, están ansiosos por conocerte, pequeña.

La nostalgia y tristeza se apoderó de mí en el momento en el que recordé a mi padre, cuando nos íbamos a sentar debajo de los árboles más grandes para hablar sobre muchas cosas, siempre me hablaba en ruso, era como nuestro idioma clave para que Mitchel no supiera de lo que hablábamos.

Atracción enfermiza (NUEVA VERSIÓN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora