8. Recuerdos

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Desperté a causa de un dolor molesto en mis cienes, poco a poco fuí abriendo los ojos. El dolor se intensificó a causa de la luz blanca que impactó en mis ojos al abrirlos.

Poco a poco termine de abrir mis ojos por completo, podiendo divisar dónde estaba; Me encontraba en una habitación pequeña y fría, con paredes de cemento y un suelo de baldosas. La luz blanca que me había lastimado los ojos provenía de una lámpara que colgaba del techo. No había ventanas, solo una puerta de metal que parecía muy gruesa. Me sentí un poco desorientada, intentando recordar cómo había llegado allí.

De repente, recordé todo: la silla de descargas eléctricas, Henrry riendo, el dolor insoportable... Me estremecí al recordarlo. Me sentí un poco mareada y mi cabeza comenzó a doler aún más.

Intenté moverme, pero sentía mis músculos débiles y doloridos. Mi cuerpo parecía pesar una tonelada, como si estuviera atrapado en un sueño del que no podía despertar.

De repente, escuché pasos fuera de la habitación. La puerta se abrió y entró Henrry, sonriendo con sadismo. Me miró con una mirada que me helaba la sangre.

—Buenos días, Billie.— me dijo—. Veo que te despertaste bastante bien, hay otros pacientes que no despiertan a los días después.

Lo miré con odio, pero no podía hacer nada. Estaba débil y dolorida, y Henrry parecía disfrutar de mi sufrimiento.

—Dónde... ¿cómo está Magnus?

Mi garganta raspó, haciéndome tragar con fuerza.

—¿Magnus?—henrry se acercó a mí, con una sonrisa cada vez más amplia.

Lo mire con atención, esperando alguna respuesta de su parte, pero Henrry solo se rió.

—¿El muchacho que se cortó las venas en medio del pasillo?—él llevo su mano a mí mejilla, haciéndome quitar bruscamente mi rostro hacia un lado—. ¿Es tu novio, linda?

Sentí un escalofrío correr por mi espalda. Que me llamara así hizo que algo dentro de mí quisiera recordar cosas borrosas...

—¿Acaso me diras que no te parezco guapo, linda?

Esa frase se repitió en mi mente una y otra vez...

Henrry se rió de nuevo, haciéndome salir de mis pensamientos.

—Vale, eso lo tomaré como un si.

Se escucharon pasos fuera de la habitación, lo cual hizo que Henrry se alejara rápidamente de mí, poniéndose a un lado de la cama.

La puerta se abrió, dejando ver a esa mujer la cual empezaba a odiar con todas mis fuerzas.

Avery.

—Vamos, Billie.

Eso fue lo único que me dijo desde el umbral de la puerta. Yo tarde unos minutos en reaccionar, pero lo hice. Me levanté lentamente de la cama, mi cuerpo dolía como si me hubiera pasado un camión por encima.

Caminé a pasos no tan fuertes, y al llegar donde Avery, inesperadamente salieron dos guardias detrás de ella, acercándose a mi para agarrarme con brusquedad y colocarme un chaleco de fuerza.

—Es necesario, Billie. Te has estado comportando muy mal.—Avery me miró negando con su cabeza.

No pude siquiera hablar, al sentir como los guardias me empujaban para caminar y seguir a Avery quien había empezado a caminar por otro pasillo de paredes grises y suelo de baldosas, el cual también desconocía.

Fruncí el ceño al ver donde nos estábamos dirigiendo... por un momento creí que no era cierto. Pero estábamos dirigiendonos a la salida que había visto antes de ser ingresada a las duchas con Liliana.

Atracción enfermiza (NUEVA VERSIÓN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora