11. desaparecido

38 5 0
                                    


Mis piernas se movían con rapidez, no sabía hacia donde me dirigía. Todo a mi alrededor estaba sumergido en la oscuridad, las sombras que creaban los árboles inmensos no dejaban diferenciar las piedras y cosas que estaban en el suelo.

Mi corazón latía demasiado rápido, estaba aterrada. No sabía si él seguía detrás de mí, la sangre goteaba en mis manos, las cuales sostenían mi abdomen con terror de morir desangrada.

Mi respiración cada vez se entrecortaba más, me costaba respirar, y eso empezaba a asustarme.

Quería gritar, pero mis cuerdas vocales no funcionaban, nada salía de mi boca. De repente un viento con mucha rabia hizo que me tambaleara y tropezara con una rama, haciéndome caer con fuerza.

—¡Mierda!—un grito desgarrador se escapó de mis labios.

Había caído justo en un lugar lleno de piedras afiladas, pero algo más me hizo morderme el labio del dolor. Intenté levantarme con todas mis fuerzas, pero había sido inútil, me arrastre con ayuda de mis brazos cerca de un gran árbol.

Y sin hacer mucho ruido baje mi mirada hacia el lugar donde un dolor punzante gobernaba mi cuerpo. Con manos temblorosas, me levanté la camiseta para ver la herida. Un corte profundo y sangrante se extendía desde mi cadera hasta mi costilla. La sangre manaba libremente, tiñendo mi ropa de rojo. Me sentí mareada y nauseabunda al ver la herida.

Intenté presionar la herida con mi mano, pero el dolor era insoportable. Me di cuenta de que necesitaba ayuda, pero estaba sola en el bosque. No sabía qué hacer. Me sentí vulnerable y asustada, con la herida palpitante y la sangre chorreando por mi piel.

Me miré alrededor, buscando algo que me ayudara a detener la hemorragia. Vi una rama caída cerca de mí y la usé para aplicar presión en la herida. El dolor era intenso, pero sabía que tenía que hacer algo para detener la sangre.

Justo cuando pensaba que ya nadie me perseguía, escuché un ruido. Un crujido de ramas y hojas que se rompían bajo los pies de alguien. Me puse alerta, mi corazón latía con fuerza en mi pecho.

Miré alrededor, intentando localizar el origen del sonido. La luz de la luna se filtraba a través de las copas de los árboles, creando sombras oscuras y profundas. No podía ver nada, pero sabía que ese hombre venía por mí.

Mi instinto me decía que debía estar quieta, no hacer ningún movimiento que pudiera alertar al desconocido.

Lágrimas empezaban a caer como cascada en mis mejillas cuando el ruido se acercó, y pude sentir el peso de los pasos en la tierra. Mi respiración se volvió superficial, y mi mano se apretó en la herida, como si eso pudiera detener el dolor y la ansiedad que sentía.

De repente, una figura emergió de la oscuridad del bosque. Una figura alta y delgada, con ojos que parecían escrutar el entorno. Me miró, y nuestros ojos se encontraron. Por un momento, todo se detuvo. Y entonces, la figura se movió hacia mí, con pasos rápidos y dispuestos a hacerme más daño.

Desperté con un sobresaltó, mi corazón latiendo con agresividad. Mire a mi alrededor, tratando de recordar donde estaba.

La sala del manicomio. La noche anterior. La conversación con Magnus.

Un movimiento a un lado de mí hizo que girara mi rostro con fuerza, viendo al causante. Magnus seguía dormido, plácidamente. Su rostro parecía más relajado que nunca sin la tensión que siempre lo acompañaba.

Pero algo no estaba bien. Tenía una extraña sensación en el estómago, como si algo malo estuviera por suceder.

Me levanté cuidadosamente, sin querer despertar a Magnus. Necesitaba un momento.

Atracción enfermiza (NUEVA VERSIÓN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora