Capítulo 11: La canción de Didian

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Dalton esta vez no bebió cuando caminó pisando ramas secas en la oscuridad del bosque mientras iba guiado por el sonido de una guitarra que provocaba una melodía casi mágica. Esta vez quería ir con todos sus sentidos preparados para lo que pudiera ver. ¿Qué era exactamente lo que le había hecho volver hasta allí?¿Buscaba recuperar el collar o quería ver de nuevo a esa mujer que le había robado en sus propias narices?

Esquivó algún que otro árbol y se llevó las manos a los bolsillos de su pantalón.

No recordaba bien cuánta gente se encontró la primera vez que fue hasta allí, pero esta vez no había nadie.

Él y la hoguera crepitante que calentaba a la hermosa mujer que tocaba la guitarra esta vez con una amplia sonrisa en los labios.

Dalton agitó la cabeza intentando no sonreír ante su evidente engaño. No había más gente porque ella no venía a cantarle ni a tocar esa guitarra para nadie más.

-¿Siempre sueles salirte con la tuya?- preguntó él sentándose en el tronco que usaban de asiento frente al suyo.

Didian dejó de tocar la guitarra y soltó una sonora carcajada.

-Si, cielo, siempre suelo salirme con la mía, sobre todo si me cruzo con algo que llame tanto mi atención.

-¿Te refieres a la joya que me tienes que devolver o a mi?

La sonrisa de ella se ensanchó, pero no contestó. Había conseguido justo lo que buscaba. Que ese chico de ojos color miel volviera hasta ella.

-Me dijiste que no tenía que tener miedo de un esposo celoso, pero hay pocas mujeres en Terras que puedan permitirse pagar una casa- ella elevó una ceja con cierto mosqueo y él rápidamente se explicó- lamento haberte llamado todo lo que dije ese día, es solo que me intrigas Didian, mucho más de lo que me gustaría admitir.

-Vivo sola porque soy capaz de pagarme todo lo que quiera- sonrió apoyando la guitarra en el suelo y abriéndose la túnica ligeramente para que él deslizara la mirada hasta el collar de diamantes que había robado de los aposentos del rey- tuve que aprender a hacerlo por mí misma para sobrevivir.

-¿Sobrevivir?- preguntó él.

-Es difícil conseguirlo si llegas a Terras en la parte trasera de una carreta con heno para los caballos en busca de un lugar donde esconderte para que nadie de tu pasado vuelva a encontrarte.

-Pasado turbio- Dalton se encogió de hombros con tristeza- ¿Puedo saber de dónde venías?

Didian negó con la cabeza.

-Ahora soy una mujer nueva, Dalton, una mujer que toma sus propias decisiones. ¿Y tú, chico de ojos miel?

Él sonrió antes de levantarse y acercarse lentamente a ella.

-Mis padres murieron cuando yo era muy joven, por suerte tengo una hermana y una abuela que hacen el papel de padres mucho mejor que los reales.

Se sentó a su lado y le acarició el pelo con una ternura que calmó los latidos acelerados de su corazón. Recordar su anterior vida no hacía otra cosa que alterarla.

-Odio hablar del pasado, ¿Por qué no nos centramos en el presente?

-Del presente podría decirte que eres preciosa, Didian. Que me intrigas y por eso mismo me tienes aquí.

-Me parece un buen comienzo, Dalton. Porque a mi me pasa lo mismo contigo.

Él sonrió y deslizó sus ojos hasta sus labios, unos labios rosados que le hicieron moverse lentamente hacia ella.

-¿Puedo preguntar algo?

Didian asintió.

-¿Dónde aprendiste a tocar tan bien la guitarra?

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